Por la mañana, Nick despertó desorientado. No reconocía la habitación en la que se encontraba pero a medida que la consciencia regresaba poco a poco a él, reconoció la habitación de invitados del que años atrás había sido también su departamento. Extrañaba su cama, sus cosas pero era soportable, se recordó que lo estaba haciendo por Cielo y eso hacía que todo valiera la pena. Lo que era un poco más difícil de soportar era que también extrañaba a cierta castaña a la cual había roto el corazón y de paso, también se había roto el suyo.
Al sentarse en la cama, un horrible dolor de cabeza lo obligó a hacer una mueca. Intentó averiguar la causa pero no la encontraba, la noche anterior no había bebido, no había llorado hasta dormirse, ni ninguna otra cosa que podrían provocarle el dolor de cabeza. Simplemente se había ido a dormir temprano para no pensar en lo que había pasado y había tenido pesadillas toda la noche.
Entró al baño con la intención de que una buena ducha le quitara al fin ese infernal dolor pero luego de un par de minutos bajo el agua, comprendió que eso no pasaría; le seguía doliendo la cabeza y también el corazón. Se sentía enfermo, como si estuviera incubando una gripe pero sabía que no tenía nada, que solo estaba triste y que pronto pasaría, «no hay dolor que dure cien años», le decía siempre su madre cada vez que lo encontraba desanimado.
Cuando salió del departamento todos seguían durmiendo, era temprano y su hijo no tenía que ir al colegio porque le quedaban todavía dos semanas de vacaciones. No quiso tomar desayuno, tenía el estómago cerrado y sentía que si intentaba comer algo, terminaría devolviéndolo.
Intentó fingir normalidad cuando llegó a su trabajo pero no sirvió de nada, la tristeza parecía salírsele por los poros y por supuesto que a su secretaría no logró engañarla. Sobre todo después de la forma en que la saludó, con un simple:
—Hola, Mandy.
—¿Qué? ¿Ya no soy la Mandy de tu vida ni de tu corazón? — La pelirroja enarcó una ceja y lo miró fijamente, algo le pasaba. Intentó bromear para aligerar el ambiente—. Qué rápido olvidan a las amigas, ¿eh?
—Por supuesto que no te he olvidado, Mandy de mi vida —Nick se obligó a sonreír pero estaba claro que era una sonrisa forzada, no le llegaba a los ojos.
—¿Qué pasó?
—¿Por qué iba a pasar algo?
—Porque te estoy viendo la cara, Nick, a mí no me engañas.
—No es nada importante.
—¿Cielo está bien?
—Sí.
—Entonces, ¿son penas de amor?
—Mandy, déjalo ya.
—¿Peleaste con Charlie?
—Amanda...
Casi nunca la llamaba por su nombre completo pero no quería que le siguiera preguntando nada. De todas formas, la conocía demasiado bien como para saber que no se callaría hasta que le dijera.
—Eso es un sí, ¿por qué pelearon?
—No peleamos.
—Pero...
—¡Terminamos! —estalló sin poder evitarlo y Amanda quedó muda, creía que le estaba haciendo una broma pero por su aspecto, tenía que ser real—. ¿Eso querías saber? Sí, terminamos y no quiero hablar de eso. ¿Puedes respetarlo?
Antes de que la pelirroja pudiera decir algo, entró en su despacho y cerró la puerta sin demasiado cuidado pero tampoco con brusquedad, no tenía la intención de hacer una escena. Nunca le había hablado así a su amiga y se sentía horrible, sabía que tendría que disculparse más tarde porque no era justo que se desquitara con ella.
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Love Happens (LIH #2)
RomanceSEGUNDO LIBRO SERIE LET IT HAPPEN. Charlotte Banks había pasado por mucho en la vida, parecía estar destinada a las desgracias. Poco antes de cumplir diecinueve años, ocurrió un acontecimiento que cambió su vida para siempre. Luego de lograr escapa...