Capítulo 32: Nuevas confesiones

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Charlie no pudo pegar un ojo en toda la noche, se pasó horas investigando todo lo que encontró en internet sobre la heroína y había estado controlando constantemente los latidos y respiraciones de su amiga para comprobar que seguía viva. No podía creer que su amiga la hubiera consumido, es decir, sabía que la mayoría de la gente se drogaba pero nunca había conocido a alguien tan cercano que lo hiciera.

A pesar de que abrió el archivo de su novela para intentar distraerse escribiendo, no fue capaz de redactar ni una sola línea ya que su mente seguía preguntándose hasta que punto estaba sufriendo Maddie para haber consumido esa cosa, para querer borrarse de esa manera. Ella había sufrido bastante pero nunca vio esa como una opción.

El sol comenzó a aparecer, iluminando toda la habitación y despertando a Maddie, quien estaba muy confundida y sin saber cómo había llegado hasta ahí. Al ver a su amiga sentada en el escritorio observándola, dio un pequeño salto y se llevó una mano al pecho.

—Dios, Carlangas, me has asustado.

—¿Yo te he asustado? ¿Qué me dices de la chica que apareció a las tres de la mañana en mi puerta? Creo que me merezco una explicación.

—¿Cómo he llegado hasta aquí?

—Drogada.

—¿Te dije algo?

—No, pero si fuera tú me lo contaría todo ahora mismo.

—No me hagas hacerlo, por favor, nunca antes había tenido una amiga tan buena y no quiero perderla por esto. Sé que aunque no sea tu intención, no me podrás ver de la misma forma y eso me dolería mucho.

—Si soy tu única amiga «buena» entonces deberías confiar en mí y contarme lo que está pasando, no soy quién para juzgarte. Además, te he contado el peor momento de mi vida y no has salido corriendo, ¿por qué yo no podría hacer lo mismo contigo, Mad? —se acercó a la cama y se sentó al lado de ella—. Somos amigas, Maddie, nada puede ser tan malo como para que dejemos de serlo.

—Tengo... tengo una adicción —se quedó en silencio un momento como si estuviera evaluando la reacción de su amiga, Charlie solo fue capaz de asentir moviendo la cabeza para que continuara—. Soy adicta a la heroína. La probé por primera vez a los catorce años y no he podido dejarlo, creía que esta vez iba a poder, pero no fui capaz, no soy tan fuerte.

Maddie no pudo contener más sus lágrimas, era un llanto silencioso, más doloroso que ningún otro, que hizo que Charlie sintiera una nudo en la garganta y se acercara sin pensarlo dos veces a su amiga para rodearla con sus brazos y reconfortarla como ella había hecho esa vez que lo había necesitado.

—Mi casa siempre fue un caos, o por lo menos lo es desde que recuerdo, crecí escuchando a mis padres discutir, solía ir a esconderme a la habitación de Jo cada vez que empezaban sus peleas diarias y ella siempre me protegió. Al principio eran solo palabras hirientes pero después de un tiempo mi padre comenzó a golpear a mi madre y no podíamos hacer nada por evitarlo.

»Un día no lo resistí más, tenía siete u ocho años, salí de la habitación de Jo y me puse en frente de él justo cuando estaba por golpearla, le dije que si lo hacía lo iba a denunciar a la policía —tomó una pausa para respirar y luego continúo—. Se río en mi cara, dijo que si no me apartaba el golpe también iría para mí pero yo seguía ahí, dispuesta a defender a mamá aunque ella me gritara que no me metiera en eso.

—¿Te golpeo?

—No, no ese día. Jo llegó a defenderme como nadie nunca lo ha hecho por mí y ella fue la que recibió todos los golpes que yo me merecía, poco tiempo después no lo soportó más y se fue de casa. Al principio me llevó con ella a vivir con Danny pero las dos sabíamos que eso no iba a resultar, ella estaba en la universidad intentando mantener su beca para poder seguir estudiando sin depender de nuestros padres y trabajando en el poco tiempo libre que tenía.

Love Happens (LIH #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora