Cuando el despertador sonó con ese ruido infernal, Charlie se tapó la cabeza con una almohada. Hacía unos dos años que no tenía que utilizar ese aparato del mal pero ese día era necesario: era su primer día en la universidad.
Se había pasado las últimas dos semanas llorando por las noches hasta dormirse pero por las mañanas, se ponía una máscara y se levantaba con una sonrisa que no le llegaba a los ojos, dispuesta a ayudar a sus padres en lo que necesitaran para su recuperación completa. Si bien, habían contratado a alguien para que los ayudara con las cosas de la casa, ella intentaba no despegarse de ellos; había estado tan cerca de perderlos pero no solo eso, también estaba el hecho en que cuando estaba con ellos, se obligaba a no pensar en eso que tanto le rompía el corazón. Era su forma de sobrellevarlo, aunque cuando subía a su habitación, completamente sola, todo se repetía una y otra vez así que terminaba sollozando en silencio mientras abrazaba sus piernas.
Se preguntó si sería demasiado necesario ir el primer día y no alcanzó a analizarlo porque su teléfono comenzó a sonar de nuevo, esta vez con una llamada. Sonrió levemente al ver que era Maddie y contestó solo con un sonido nasal.
—Sí, es necesario el primer día, Carlangas —fue lo primero que dijo como si le hubiese leído el pensamiento—. Así que arriba. Levántate ahora o me pondré a cantar hasta que lo hagas.
Maddie casi no se había separado de ella desde que había vuelto de su antigua ciudad y en parte era por eso que Charlie no se había vuelto loca. Su amiga solía pasar el día entero en su casa, distrayendo a todos ya que Bianca y Stephen la adoraban y les encantaban sus visitas.
—¿Me estás espiando?
—No, pero es algo que te preguntarías.
—¿Qué haces despierta tan temprano?
—Los mellizos también entran a clases, la casa es un caos. Y el bebé está llorando ahora.
—El primer día nunca se hace nada —intentó argumentar Charlie pero sabía que no ganaría.
—El primer día es cuando conoces a tus amigos, ya sé que tienes de sobra conmigo porque soy genial pero no querrás pasar los cuatro años de carrera sola. Además, no soy celosa, puedes tener más amigos.
—Gracias por tu bendición —respondió con sarcasmo y puso los ojos en blanco.
—De nada. Ahora debo irme, prometí ayudar a Allie a prepararse pero no creas que te has librado de mí; te llamaré en media hora y te juro, Charlotte Isabelle Banks, que si sigues en cama, iré a sacarte yo misma de ahí.
—Entendido, capitán.
Cortaron la llamada y Charlie estiró los brazos y las piernas lo que más pudo para desperezarse hasta que algo crujió en su espalda y se dio la vuelta. Hizo una mueca al ver la foto en el lado vacío de su cama. Cuando la encontró en su chaqueta y se recuperó de la sorpresa y el llanto quiso romperla pero no fue capaz, así que en las últimas semanas esa foto era lo último que veía antes de dormirse.
Tomó la foto y se estiró para guardarla en el cajón de su mesa de noche antes de levantarse, la foto pasaba ahí todo el día. Formaba parte de su ritual para no recordarlo aunque por lo general fracasaba. ¿Qué le había hecho? ¿Por qué sentía como si le hubiesen arrancado el corazón y solo le quedara un hueco dentro del pecho?
Cuando la foto no estuvo más a la vista, se dio fuerzas para al fin levantarse y dirigirse al baño para darse una ducha rápida. La vida continuaba después de una ruptura y ella lo sabía, era la primera vez que le pasaba pero eso no significaba que no pudiera superarlo, muchas personas lo hacían; todos los días a alguien se le rompía el corazón y con ese pensamiento, se obligaba a continuar. Si ellos podían, ella también.
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Love Happens (LIH #2)
RomanceSEGUNDO LIBRO SERIE LET IT HAPPEN. Charlotte Banks había pasado por mucho en la vida, parecía estar destinada a las desgracias. Poco antes de cumplir diecinueve años, ocurrió un acontecimiento que cambió su vida para siempre. Luego de lograr escapa...