Howl's Moving Castle AU! pt 3

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Cuando Ayaka vuelve a entrar por la puerta de su casa, algo que no esperaba era a un anciano controlando a su demonio del fuego para freír huevos y lonchas de tocino.

Qué manera más agradable de empezar el día.

Al verla en la puerta, Zenitsu pega un grito que ya no puede romperle más los tímpanos a Ayaka de lo que lo ha hecho en todo el tiempo que lleva aquí.

—¡A-chan, yo no le he dejado entrar, te lo prometo! —se excusa asustado, señalando al anciano de manos duras que por primera vez deja su atención del fuego y la mira a ella—. ¡Fue el maldito demonio! ¡Échale la culpa a él!

Su nariz está manchada de amarillo, el color de la yema, así que aunque lo intente, no puede esconder el plato de huevos que había estado inhalando unos momentos antes.

—Creía que eramos amigos, niño rayo, enserio me entristeces —se queja Takeshi en tono lastimero, cara aplastada contra la sartén—. ¡Pero oye, te he encontrado un cocinero, Aya-san!

Ayaka se toma un momento para suspirar y pellizcarse el puente de la nariz.

«No te enfades, no te enfades», se repite, intentando que su ojo no se crispe demasiado. «Es el cumpleaños del crío»

—¿Te gustaron los fuegos artificiales, Zenitsu? —pregunta cuando a duras penas pinta una sonrisa calmada y sube las escaleras para dirigirse a la sartén—. ¿Conseguiste verlos con aquella chica?

Al instante toda otra emoción que no sea pura devoción es olvidada por su pupilo, que se vuelve rosa como las puntas del pelo de la chica a la que Ayaka ha estado intentando seducir sin resultado.

—Nezuko-chan estaba muy ocupada —dice jugando con sus dedos—. Pero me prometió que en su próximo día libre haríamos algo juntos.

Ayaka sonríe despreocupada y pasa una mano por sus muy amarillos mechones.

—Eso está bien, dime cuando y te daré el día libre.

Luego se da la vuelta bruscamente hacia el anciano, a quien se le están quemando los huevos y va a hacer que su salón tenga un muy pesado olor a comida calcinada. Odiaría que todo oliese tan... tremendamente sucio.

—¿Y se puede saber quién eres tú? ¿Y por qué mi demonio te ha dejado entrar? —pregunta, deslizando su cara como una serpiente por el hueco en su cuello y dándole un toquecito a su pendiente, en el que es difícil no fijarse.

«Ah», piensa. «Así que es una carta hanafuda»

Mientras el abuelo no hace otra cosa que mirarla desliza también sus dedos al mango de la sartén y se la arrebata. Sus manos, nota, son duras y desgastadas, tan demacradas que su piel se ha pulido con callos y se ha vuelto extrañamente suave. Este abuelo debe haber trabajado mucho durante toda su vida.

—Mi señora te ha hecho una pregunta —le dice Takeshi, no de tan buen humor como suele decir las cosas y lanzándole al anciano un trozo de carbón, que es el equivalente a Takeshi de darle un codazo en el estómago.

—Tu mano está muy fría, ¿estás bien? —pregunta en cambio el anciano. Ayaka habría esperado que apartase su mano cuando ella tomase la sartén, pero se mantiene bajo la suya y ella la encuentra extremadamente caliente para que alguien sin corazón la soporte.

Entonces ella se acerca para ver más bien sus ojos rubí, son ojos de fuego, y él parece dar un pequeño paso atrás, pero se queda en simplemente la punta de su pie derecho contra el suelo, como si se arrepintiese a mitad de camino.

Vuelve a los huevos con brusquedad y por fin le arrebata definitivamente la sartén.

—Tráeme dos huevos más, abuelo Tanjirou —ordena simplemente. Inspecciona los huevos y el tocino y se los da a Takeshi, porque no hay forma de que puedan ser comestibles para humanos cuando han adquirido el color negro de su pelo, mientras Tanjirou, por un momento sorprendido pero rápido en reaccionar, coge más huevos de una cesta. Takeshi engulle los restos sin protestar, supone que es el estado en el que la comida suele llegar a su estómago, así que no debe haber diferencia.

Stone Cold | Tanjirou Kamado (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora