Una extraña paz interior que hacía mucho que no sentía la abrigaba como una manta, parecía haber un fuego a su lado, pero este no la quemaba, la protegía con sus brazos y derritía la fría nieve y daba vida a todo aquello que rozaba. Casi como si devolviese los reconfortantes rayos de sol de la primavera después de un despiadado invierno.
Lo primero que pensó Ayaka fue que se sentía muy bien.
Con una sonrisa apareciendo inconscientemente en sus labios, se acurrucó más cerca de la persona que la estaba abrazando.
Era como si nada estuviese mal en el mundo, nada podía perturbarla o hacerla sufrir o llorar. Como si hubiese vuelto a tener once años.
Podía sentir la respiración de alguien en su pelo limpio.
―Yuu―murmuró, soltando un suspiro de esos que alguien solo suelta cuando no tiene una preocupación en el mundo.
Abrió los ojos, tan calmada que no parecía algo real.
En vez de encontrarse con la cara de Yuu Kobayashi, como ella esperaba, solo vio a Tanjirou Kamado.
Estaba cerca, muy cerca.
―¿Has dicho algo? ―cuestionó, habiéndose despertado no mucho más tarde que ella.
Ayaka se tomó un momento para observar a su alrededor, dándose cuenta de que ella no tenía once años y de que aquel era, sin duda alguna, Tanjirou con sus brazos alrededor de ella.Se frotó el ojo con una mano de forma adormilada, pero no hizo ademán de quitar su otro brazo del cuerpo de Ayaka.
―¿Estás enferma? Tienes una cara muy rara ―preguntó Tanjirou, intentando no sonar preocupado, pero pequeñas pizcas a veces tocaban la superficie de su voz.
Ayaka se fijó en que tenía razón, su cara se había retorcido y había hecho aparecer una expresión bizarra, entre decepción, confusión y algo que no sabría diferenciar. Asco, a lo mejor.
Por fin se dio cuenta de la gravedad de la situación.
Pasó los ojos del brazo de Tanjirou alrededor de su cintura hasta él varias veces con una ceja acusatoriamente levantada, esperando que viese por sí mismo lo que estaba mal. Incluso su nariz seguía enterrado entre su cabello.
«Es definitivo, es tonto de remate»
Con brusquedad y mejillas carmesí, empujó contra la frente de Tanjirou, haciendo por fin que alejase sus brazos de ella.
Pareció sacarle de su trance, y como era Tanjirou, procedió a disculparse efusivamente.
―¡Lo siento mucho, es que olías tan bien y parecía estar fría y...! ―. Movía las manos descontroladamente, con gestos rápidos y torpes.
Habría hecho que Ayaka se burlase de él sino fuese porque le molestaba su insistente hábito de pedir perdón por todo y también porque se sentía avergonzada por ello.
―A estas alturas lo único por lo que te falta pedir disculpas es por estar vivo ―dijo con calma, levantándose por fin y urgiendo a Tanjirou a que hiciese lo mismo para poder recoger el futon y volver a guardarlo.
Sus mejilla seguían quemando.
Tanjirou abrió la boca con la intención de decir perdón de nuevo, pero se paró a sí mismo antes de hacerlo y la cerró.
―Por cierto, ¿dónde está Nezuko? ―preguntó Ayaka mientras agitaba el futon para airearlo. Luego miró por la ventana un segundo, a la oscuridad del alba―. El Sol saldrá pronto, así que asegura que esté a salvo.
―Debe haberse escondido ya en su caja, lo hace un poco antes de que amanezca ―respondió Tanjirou apoyando la mejilla en su puño, mientras observaba hipnotizado como Ayaka doblaba el futon demasiado grande para ella y lo guardaba en el armario como si hubiese estado acostumbrada a hacerlo toda su vida.
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Stone Cold | Tanjirou Kamado (Español)
Hayran Kurgu❝Lo primero que se le venía a uno a la mente cuando pensaba en Ayaka Iwamoto era dedos congelados y vientos fuertes, en un camino hacia arriba de una montaña en la que solo moriría. Y esa era probablemente la forma más precisa que alguien pudiese te...