«Aya confía en ti.» Esa es la mentira que Tanjirou ha estado intentando grabarse en la mente durante horas. Puede que si la repita otra decena de veces junto con el centenar que ya ha hecho, por fin pueda creerla. «Simplemente no te dijo que volvería bajo la tutela de Himejima-san, y tú no deberías sentirte mal por ello porque Aya puede hacer lo que quiera.»
Esa era la única verdad en sus pensamientos. Aya podía hacer lo que quisiese sin tener que pensar en él. Incluso cuando le había dicho por mucho que el propio Tanjirou insistiese que no lo era, ella le había dicho que él era importante.
Y por primera vez en años su vida no pertenecía a una gran meta que tiene que conseguir mediante sudor y sangre, silenciosamente ardiendo en cálida luz solar hasta que de Tanjirou no queda más que odio por Muzan Kibutsuji.
Ella había sido quien anunció no querer verle arder y ella había sido quién había dicho que quería que fuese más egoísta.
«Entonces puede que te mintiese,» dice la Aya en su cabeza, pícara y burlona y mil cosas malas más como si disfrutase de su sufrimiento. Puede que la Aya de verdad también hubiese estado burlándose de él todo este tiempo, puede que le estuviese mintiendo todo el rato y Tanjirou no le importaba, no le importaba en absoluto. Porque Aya era egoísta y arrogante y demasiado orgullosa para su propio bien y eso no es algo que él pueda cambiar ni que vaya a desaparecer pronto, y él se había guiado demasiado por el olor a glicinias dulce y amable de Aya que era escaso en vez de tomarle importancia a los otros más abundantes y más horrendos.
Y puede que eso es lo que debiese haber hecho, sino, no tendría en sus manos una antorcha encendida con el nombre de Aya grabado en el mango en letras doradas.
A lo mejor Aya no le había mentido, pero eso era una verdad que no podrá obviar.
Ella había sido quien había insistido y ella había sido quien le había dicho que confiara en él, y lo había hecho, desde el primer momento fue Tanjirou quien le dijo qué le había hecho Muzan Kibutsuji a su familia y quien había confiado en ella en todo momento, aunque no debiese haberlo hecho, aunque el olor a orgullo y egoísmo y recelo era más grande que el de su amabilidad pura y fresca, pero lo había hecho.
«¿Por qué no puedes tú hacer lo mismo?» pregunta Tanjirou a la Aya que es su conciencia. «No me habría importado que te fueses con Himejima-san. ¿Por qué no puedes confiar en mí como yo confío en ti? ¿Me ves como tal inútil?»
«¿Por qué no me dijiste que querías morir?»
Ella le da una mirada vaga y desinteresada. Simplemente no le importa. Y hay algo sobre ello que le molesta fervientemente.
—Debería comprobar si Nezuko ha salido ya de su caja —murmura Tanjirou al final, y eso es lo que se dispone a hacer al fin.
Recorre de un lado a otro la Mansión Mariposa y la Luna le observa desde el cielo en su pequeña y desesperada búsqueda hasta su hermana. No hay nadie por los pasillos a mitad de la noche y no es algo que le extrañe, es Aoi la primera con la que se encuentra, ya en pijama y con el pelo suelto para dirigirse a su dormitorio.
—Tu hermana está en el jardín de atrás —le informa con un gesto. Tiene una expresión extraña cuando Tanjirou se inclina suavemente para darle las gracias. Tanjirou ha estado demasiado suave aquella tarde—. ¡Dile a las niñas que se vayan a la cama pronto!
Y se va murmurando algo sobre Kobayashi.
Es solo natural que huela a flores cuando el jardín de Shinobu se trata, es por eso que la familia Iwamoto se camufla tan bien allí.
—¡Pelea conmigo de nuevo! ¡Otra vez, otra vez!
«Ah, creía haber oído la voz de Inosuke,» piensa Tanjirou, cuanto más se acerca al jardín de atrás. Cuando abre la puerta fuera, como es completamente normal, el cuerpo de Inosuke con su cabeza de jabalí incluida es lanzado contra él.
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Stone Cold | Tanjirou Kamado (Español)
Fanfic❝Lo primero que se le venía a uno a la mente cuando pensaba en Ayaka Iwamoto era dedos congelados y vientos fuertes, en un camino hacia arriba de una montaña en la que solo moriría. Y esa era probablemente la forma más precisa que alguien pudiese te...