30. Primavera pt 1 (Finale de la primera parte)

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Incluso hacía cuatrocientos años, cuando el Gran Japón había estado en constantes guerras lideradas por señores feudales que envenenaban el país lentamente, había hijos que no deseaban ir al funeral de sus padres.

Es irónico, Ayaka piensa, que después de tanto tiempo, por muchas luces que brillan más que las estrellas inunden las ciudades y por muchas bestias que funcionan con carbón abunden por las montañas, la gente siempre es igual.

Oda Nobunaga había sido en la época de los samuráis la figura más respetada y temida en Japón. Porque Oda Nobunaga se había hecho lentamente con gran parte de las islas, ganando, conquistando, matando, todo aquel que alguna vez había alzado la espada contra él había sido en un final derrotado.

Había tomado una emboscada por parte de su aliado, Akechi Matsuhide, qué persona tan vil, para acabar con su vida.

El templo Honnou había sido el lugar donde el gran general Oda había decidido descansar, después de aguantar durante tanto tiempo sobre sus hombros incontables victorias que le habían convertido en alguien digno de la mismísima corte imperial.

En un principio solo era un descanso, un lugar en el que dejar que sus huesos dejasen por una vez de estar tensos, como si estuviesen siempre listos para luchar, y no había estado equivocado en tener tal instinto.

Akechi Matsuhide junto a varios de sus hombres atacaron a Nobunaga y él, junto a otros de sus fieles vasallos, se enfrentaron al traidor con la cabeza alta.

Pero por muy dignos guerreros que fuesen, la mayor parte de sus generales estaban repartidos por distintos puntos de Japón, y Nobunaga no tenía posibilidades.

Se dice que murió, como todo buen guerrero japonés, cortándose el vientre. El templo que había sido una simple parada se redujo a cenizas, el cuerpo de Nobunaga con él, y hasta entonces muchos no lo habían creído. Ayaka era uno de ellos.

Soñaba con Nobunaga, cuyos restos nunca habían sido encontrados, apareciendo en prendas de oro de su lugar de descanso después de tal feroz batalla. Él castigaría a aquellos que le traicionaron y reclamaría su legítimo puesto como gobernante de Japón, con su armadura y espada en mano, arco a las espaldas y lanza en la cintura, él acabaría con todos aquellos que le hicieron mal alguna vez.

Pero Nobunaga llevaba muerto más de trescientos años, los samuráis habían sido erradicados y ahora la guerra se hacía con aviones, bombas y pólvora. Y parece que después de tanto tiempo con las fronteras cerradas, al abrirlas, los japoneses se habían dado cuenta de que no tenían por qué hacer la guerra entre ellos, sino que podían luchar contra extranjeros.

Y después de todo, de cuánto la vida había cambiado, seguía habiendo el mismo tipo de escoria.

Oda Nobunaga antes de haber sido general era conocido como "Don Tonto". Aquellos maestros encargados de su educación en el arte de ambas la guerra y la escritura decían que era arrogante e irrespetuoso. Vestía como un loco, pieles de tigre y ropas con mangas cortas y de colores extraños.

Pero lo más importante era que al funeral de su padre el oh. gran unificador de Japón, había acudido vestido de forma informal. Observó con diversión al lugar de descanso de su progenitor, le había lanzado sin una pizca de duda un brasero al altar con el nombre del muerto escrito allí. Y las cenizas de aquel con su sangre habían tenido que soportar la forma en la que su propio hijo le humillaba en su propio funeral simplemente porque estaba loco, ante las miradas sorprendidas de todos aquellos allí presentes.

Ayaka se pregunta en la residencia de Himejima-san, después de haber dicho no a asistir al funeral de su propio padre, si ella habría hecho lo mismo. Hubiese llegado ella a ir, si el brasero habría sido lanzado hacia el lugar donde descansaba su foto con aquella sonrisa tan familiar como Nobunaga había lanzado el brasero al nombre de su padre.

Stone Cold | Tanjirou Kamado (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora