21. Forma de espiral (y de vuelta al principio)

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Esa madrugada el silencio a Ayaka se le hizo extraño.

El crepúsculo estaba cerca y el Sol no tardaría en aparecer, sin embargo, su cuervo no la había despertado a chillidos.

Abrió un ojo desde su cama para mirar si había decidido fastidiarla escondiéndose en algún sitio y saliendo cuando menos se lo esperase. Era poco probable, ella lo sabía, su cuervo se tomaba enserio su trabajo y no haría eso el día de una misión.

Echó a un lado la duda y bostezó. Frotó su ojo distraídamente mientras se deshacía de la ropa que la marcaba como paciente de la Mansión Mariposa y la cambiaba por un nuevo uniforme de cazador que le habían traído hacía poco.

Arrugó la nariz con asco al ver las mangas largas, y sin darle importancia las arrancó de un tirón para dejar la parte de arriba como había sido su antiguo uniforme.

Las cicatrices de los hilos de Rui seguían marcando sus antebrazos, líneas finas y de un rosado claro que no la favorecían, pero tenía algo que podría cubrirlas. A pesar de que la era de los samuráis había acabado hacía mucho, Ayaka había sido capaz de encontrar viejas partes de armadura vendidas por algún pobre hombre con deudas hasta el cuello en la ciudad cercana donde Shinobu compraba la medicina, por lo que se había hecho con unos guantes kote para complementar sus suneate y esconder las cicatrices de Rui.

Las piezas de hierro no eran pesadas para ella, solo esperaba que Inosuke no le pidiera también unos, no tenía idea de herrería y no era ni de lejos lo mismo que hacer unos suneate.

El haori del patrón estaba sobre su cama, había estado allí desde que se lo quitó, y pensar en ponérselo le provocaba más estrés que alivio.

El patrón estaría con ella, eso era cierto, pero no estaba segura de si el patrón la miraría con buenos ojos si llegase a decepcionarle llevando su haori. No tenía razones para estar orgullosa de lo que hacía, ¿aprobaría el patrón que abandonase a Tanjirou? Si lo hiciese no importaria, Ayaka no lo aprobaba de igual manera pero aun así seguía eligiendo aquel camino.

Con cierta resignación, Ayaka se puso el haori blanco adornado de flores moradas.

¿Qué elección tenía? ¿Decirle que no podría estar con él si quería ser pilar? Rechazar la oferta de Himejima-san tampoco era una opción, no después de haber estado esperándola tanto.

Se preguntó entonces si Himejima-san la acusaría de tener una determinación flaqueante, y eso era lo único con lo que se podría describirla entonces.

Su determinación flaqueaba, temblando en un acantilado y acercándose cada vez más al punto de derrumbe. ¿Qué se aplastaría con las rocas que caerían?

Primero habían sido los padres de Yuu y luego había sido los suyos propios. No podía dejar que ninguna roca más cayese, incluso si tuviese que cargar Ayaka con ella.

«Porque es mi responsabilidad»

En alguna parte de Japón, el patrón se entristeció.

La Mansión Mariposa seguía igual de gélidamente silenciosa que desde el momento en que despertó.

No había Tanjirous ni Zenitsus ni Inosukes para llenar el vacío que dejaba la noche con sus cosas de críos, ni tampoco había Yuus o niñas que cantasen canciones ni Aois que regañasen por lo que sea que hayan hecho mal esa vez. Tendría sentido que lo único que quedase fuera Kanao, y con ella fue con quien se encontró al borde de la puerta, puede que de vuelta de una misión, o yendo a una nueva.

Estaba vestida con su uniforme completo, incluso capa blanca, ni rastro de polvo como Ayaka había llegado a esperar de ella, espada a la cintura y sonrisa vacía en la cara.

Stone Cold | Tanjirou Kamado (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora