12. Determinación llameante

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"Quedate aquí".

Aquello fue lo último que Ayaka le dijo a Zenitsu, y mientras el bosque del monte se volvía cada vez más y más profundo, y ella, Inosuke y Tanjirou se adentraban más y más, un pequeño ceño preocupado no pudo evitar hacerse hueco entre las cejas de Ayaka.

Le habían dejado atrás como si nada. No es que ella esperase que Zenitsu fuese a ir por su propia voluntad con ellos, pero tanto él como Tanjirou e Inosuke estaban al cargo de Ayaka, al menos en su conciencia. No le importaba cargar con esa responsabilidad, ella era la más poderosa y debía preocuparse en mantener a los demás a salvo, porque ella era quien era capaz de hacerlo y en ella caería ese peso. Así que el pensamiento de que Zenitsu entrase, solo e indefenso, en el monte Natagumo, o fuese herido por alguno de los demonios porque ella no estuvo junto a él, empezaba a envenenar su cerebro poco a poco.

«Estará bien», había pensado ella al principio de la caminata, quitándose con fervor las abundantes arañas que caían a sus hombros como hojas anaranjadas en pleno otoño.

«A menos que no entre en el monte no le pasará nada, y no hay manera de que lo haga», pensó después, intentando empujar hacia adentro la ansiedad que se expandía por su pecho. «Los demonios no irán al pie del monte, no le pasará nada».

Inconscientemente apretó los labios, con el todavía presente ceño fruncido, esquivando por poco una rama con la que estaba cerca de chocarse por ir tan distraída.

―¡Espabila, Yana Kamishiro! ¡Así vas a acabar muerta!―le gritó Inosuke harto, cuando por cuarta vez desde que se adentraron en el bosque, Ayaka chocó contra su espalda.

Ella parpadeó, saliendo por una vez de sus pensamientos.

―Ah, perdona, Inosuke, es que he estado pensando en lo que dijo aquel chico ―se excusó Ayaka, haciendo un gesto vago con su mano para quitarle importancia―. Antes de que saliese volando, ya sabes, aquel suceso raro. ¿Es que tú no te has preguntado ni un poco qué quería decir con aquello?

"Nos tiene atados"

¿Qué demonios significaba eso? ¿Que estaban en un aprieto por la fuerza del demonio? ¿Que tenía rehenes?

Desearía que hubiese dicho algo más, pero no es como si pudiese pedírselo, era probable que ya estuviese muerto. Ayaka había rezado por su alma, por si acaso no tenía a nadie que lo hiciese y pudiese ir en paz al más allá.

Fuera como fuese, no dejaría que el esfuerzo que había puesto en intentar salir de aquel monte cayese en vano, no lo permitiría.

―¡Yo no pienso! ―respondió Inosuke socarrón, sacando pecho de una forma que le parecía a Ayaka similar a la de las gallinas.

―Eres imposible ―murmuró Ayaka para sus adentros. Una característica que había notado Ayaka en él era como el orgullo parecía fluir por sus venas. Cada gesto o movimiento que hiciese Inosuke estaba empapado en soberbia. Era como ver a su abuela en persona, pero más... energético y exagerado.

Mientras el ego de su abuela era elegante y frío, que no necesitaba decir que se consideraba mejor para que los demás lo entendiesen, el tipo de Inosuke era uno explosivo y bombeante, que te lanzaba a la cara y hacía que explotase con cada palabra que salía de su boca.

Pero, ¿quién era ella para juzgar? No es que fuese la persona más humilde ni la más calmada, no tenía derecho a reprimirle nada.

―¿Y tú qué? ―preguntó Ayaka girándose en dirección a Tanjirou―. Seguro que has debido notar algo con esa nariz tuya tan aguda. Solo con mirarte sé que hay algo rondando en tu cabeza.

Stone Cold | Tanjirou Kamado (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora