Prólogo

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Miraba todo el lugar a través de su cabello azabache manchado en sangre, el sonido de los gemidos, rugidos y ladridos de todas las criaturas atrapadas ahí, lo hizo enojar aún más. Su piel se volvió más blanca y pálida, como un lienzo en blanco con manchas esporádicas en rojo, sus sentidos nublados por el deseo violento de venganza; su vista fija en el cuerpo inerte del que alguna vez fue su verdugo, el reflejo de una de las ventanas del que parecía ser un almacén abandonado, le dio a entender que anochecía.

Comenzó a caminar, sin importarle lo que observaba, animales amordazados, torturados, usados para rituales, que gemían y lloriqueaban, hasta que un sonido, un lloriqueo, un gemido en particular lo hizo detenerse, sintiendo un pequeño rebote en su pierna derecha, fijo su vista en lo que parecía ser una pequeña bola de pelo negra, lo tomo con cuidado y lo observo detenidamente; un pequeño cachorro de lobo con su pelaje negro, ojos llorosos que lo observaban y lloriqueaban al mismo tiempo.

De todos los demás animales ninguno otro se llevó, solo cargo en sus brazos a lo que a su parecer su instinto instaba a tomar, salió del almacén no sin antes encenderle fuego, así no quedaría nada de su pasado, nada de lo que en su futuro pueda repercutir. Se perdieron en un bosque, que insinuaba ser acogedor, pero sí lo era o no, eso ya lo descubriría.

El ritualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora