Salvarte

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Esa fue la primera que gritó mi nombre, por lo que al instante me giré para mirarle. Sus ojos estaban mirándome pero a la vez estaban lleno de pánico. Iba a contestar cuando alguien me golpeó, caí al suelo y al instante llevé mi mirada hacia ellos, sin duda podía concluir que eran lobos.

- No debiste regresar, cazadora.- me agarró del pelo e introdujo mi cabeza en el agua. Intenté hacer fuerza e intentar que me dejará libre, pero me era imposible sacar la cabeza de esa agua fría y temeraria. 

Pensaba que era el final de mi existencia, cuando noté que había dejado de hacer presión, por lo que al instante saqué mi cabeza del agua y comencé a toser. Me senté en la hierba e intenté concentrarme, aún no lograba ver demasiado y mi conciencia estaba aún ida. 

Comencé a respirar de forma más pausada cuando vi a un lobo a mi lado. Me eché para atrás y me caí en el arroyo. Sin embargo, al ver sus ojos vi que se trataba de Jimin, me había salvado la vida. Se acercó poco a poco a mí, por lo qué alcé mi mano hasta su cabeza y después acaricié la misma hasta llegar a su morro.

- Te debo una.- respondí mientras que ambos nos mirábamos. Me levanté y salí del agua y Jimin volvió a ser humano.

- Ahora entiendo eso de despojarte de la vergüenza del ser humano.- expresé tras verle completamente desnudo. No podía evitar llevar mi mirada hacia ese cuerpo perfectamente ejercitado, pero sobre todo a su zona íntima.

- ¿Debería sentirme halagado por tu rostro?- rápidamente se acercó a mí y me susurró aquellas palabras.

- Tal vez lo único que se pueda salvar de ti.- contesté con una mueca.

- Olvídate del coche, vamos a casa.- contestó tras agarrar mi mano y tirar de mí.

- Estoy fuera de mí.- pensé mientras que miraba su parte trasera. 

Su espalda era ancha, por un segundo quería tocarla, quería palparla con mis propias manos. Bajé mi vista y vi sus glúteos bien armados, parecían la mitad de una manzana.

- También me dotaron bien de ahí atrás.- contestó con una mueca.

- Eres idiota.- contesté. aunque, o pude evitar sonreír ante aquel comentario.

- ¿No crees que deberías de mostrarme tu cuerpo? Lo llaman igualdad.- me revisó de arriba abajo y después sonrió.

- Créeme, estoy bien así.- contesté mientras que caminaba delante de él. Sin duda su cuerpo era una tentación para cualquiera.- ¿Por qué no te quedaste en forma de lobo?- pregunté.

- No puedo.

- Eres realmente débil.- expresé para molestarle.

- Pues este lobo te salvo la vida. Solo podemos ser lobos permanentes en luna llena. El resto de días podemos usar el resto de cosas.

- ¿Como las garras? Aún recuerdo las de tu noviecita.- contesté tras mirar mi brazo izquierdo y ver las cicatrices.- Creo que deberías regresar, no me gustaría que vuelva a enseñármelas.

- Ella no es mi novia.- contestó tras unos segundos.

- ¿A no? pues deberías decírselo a ella.

- Somos más como una familia.- contestó tras ponerse a mi lado.

- No sé tú pero yo a mi familia no quiero meterla en mi cama.- respondí tras mirarle.

- Soy lo único que tiene. Los cazadores mataron a su familia y puede que mi protección la haya confundido, pero no somos más que miembros de la misma manada.

- Pues deberías de aclarárselo.- contesté antes de salir del bosque. Habíamos llegado a la casa y aún así permanecía a mi lado.

- ¿Es que estás celosa?- fue acercarse cuando comencé a huir.

- No te me acerques desnudo, pervertido.- respondí mientras que huía.

- Otras desearían tenerme así.

- Sí, esa se llama Kendra. Sin duda le falla algo en la cabeza.- contesté tras subir el porche y abrir la puerta.

- Deberías llamar a la policía, parece que no era suficiente atacarte.- todo estaba tal y como lo había dejado o más bien tal y como lo había destruido.

El linaje del alfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora