El linaje del alfa

¿Qué haces aquí?

- Ahora contesta mi pregunta. ¿Qué haces aquí?

- Tenemos algo que hacer y como tú no venías a mi casa... pensé que tendría que venir a la tuya.- me apoyé en la parte metálica de su somier y después lo miré.

- ¿Y cuando se te ocurrió que era una buena idea?

- En realidad no pensaba que estuvieras tan custodiado.

- Soy el alfa.- respondió tras acariciar mi pierna izquierda.

- Un alfa.- contesté entre risas.

- Podía mostrarte mis dotes ahora mismo.-

- No creo que esos dotes tengan algo que ver con ser un alfa.- me levanté de la cama y me apoyé en la misma mientras que lo observaba.

- ¿Qué era lo que ibas a preguntarme?- me miró fijamente mientras que sonreía ligeramente.

- ¿Tu marca... ardía cuando te toqué?- pregunté mientras que me contenía para no seguir tocándolo.

- No estoy seguro ¿Quieres que lo comprobemos? Aunque creo que sea suficiente con que me toques.

- ¿Solo piensas en eso?- pregunté tras ir hacia el escritorio.

- Bueno, tengo mis momentos.- mostró una mueca y después se acercó a mí.

- ¿Estuviste investigando?- pregunté tras agarrar unos apuntes.

- Sí, pero parece que no hay nada más que lo que Kobu nos contó.-

- Tal vez en mi casa haya algo más, después de todo supongo que mis antepasado documentaron todo.

- ¿Qué has estado haciendo todo este tiempo?- preguntó tras bajar la cabeza hacia a mí y mirarme

- Estuve existiendo. ¿Te parece poco?- pregunté antes de volver la vista hacia lo que había averiguado.

- Supongo que no podía pedirte mucho más. Voy a ducharme. ¿Quieres acompañarme?- me miró lascivamente y después se introdujo en el baño. Me senté en aquella silla antigua y agarré sus anotaciones. Aunque mi mente aun pensaba en como mi marca se sintió cuando él la tocó.

- Según esto, él regresó cuando tenía ocho años.- agarré un lápiz y después comencé anotar en su libreta.

- ¿Algún plan para marcharnos?- salió del baño con una toalla atada a su cintura y otra en sus manos, sacudió su pelo negro con la misma. Inconscientemente mordí ligeramente el lápiz mientras que lo devoraba con mi mirada.

- Ovejita... a este paso vas a convertirte en lobo.- mostró una mueca y después se dirigió hacia el armario.

- No digas tonterías aquí solo hay un lobo y ese eres tú.- miré de nuevo la libreta, de vez en cuando deslizaba mi mirada hacia aquel lugar. No obstante no lograba ver nada ya que la puerta tapaba mi visión.