Best Friends... Or Not. «Ashton Irwin» [TERMINADA]

Capitulo 31.

                             Anna.

Ahora mismo me encuentro en mi habitación, con mi mejor amiga. Raquel está haciendo su magia conmigo.

Hoy es mi cita.

Y me muero de nervios.

Evan me dijo que me vistiera casual, no es necesario un vestido y por mi mejor. No soy fan de los vestidos, no soy tan femenina, lo siento. Pero eso no quita que quiera verme bien hoy.

Cambiando de tema. Hoy se comportó muy extraño Ashton. Sé que solo quiere protegerme, pero creo que por la manera en la que se comportó, exageró mucho. Pero no importa, me gusta que quiera protegerme, es como mi hermano.

Al menos.

— Petch, no exageres, por favor — le dije a mi amiga mientras ella pasaba una de sus brochas por mi rostro.

— Anna, un poco de maquillaje no te hace daño — dijo ella rodando los ojos —. Y deja de moverte.

Yo solté un bufido.

Raquel dejó mis rizos sueltos, lo cual me encanta.

— Petch, ya casi son las 7 — avisé mientras veía la hora en mi celular.

— Ya terminé — exclamó mi amiga.

Me miré en el espejo y me impresione, mi mejor amiga sabe hacer milagros. Me giré para abrazarla.

— Eres la mejor, Petch — dije mientras la extrangulaba. No literalmente.

— Lo sé, lo sé — dijo mientras respondía a mi abrazo.

Después de eso, mi mejor amiga abandono mi hogar, no sin antes advertirme que tenía que contarle todos los detalles de mi cita.

A las 7 en punto, el timbre de mi casa sonó. Mi corazón comenzó a latir más rápido por lo nerviosa que me encontraba. Salí corriendo de la sala para abrir la puerta, pero antes de hacerlo me tomé unos segundos para tranquilizarme, era necesario. Conté hasta tres mientras respiraba lentamente y ahora sí, abrí la puerta. Tras la puerta se encontraba Evan, el se veía realmente apuesto.

— Hola Evan — sonreí al abrir la puerta. El lo hizo también, y dejé de respirar por un segundo.

— Hola Anna. ¿Estás lista? — me preguntó el.

No, no lo estoy.

— Claro — dije como pude.

— Vamonos, entonces.

Tomé mis bolso de la barra de ella cocina y salí, cerré la puerta de mi casa y me dirigí al auto de Evan. El me abrió la puerta del copiloto, yo agradecí e ingresé al auto. El rodeo para poder llegar a la puerta del chófer.

— ¿A donde me llevarás? — le pregunté ya que estaba el auto en marcha. El sonrió.

— Me dijiste una vez que te gustaba la comida mexicana... — murmuró con tono inocente.

— ¡Genial! ¿Cómo es que lo recuerdas? — ni siquiera yo recuerdo cuando le dije eso.

— Cuando se trata de ti no olvidó nada nunca — inevitablemente me sonroje. El soltó una risita un poco avergonzada. Hubo un silencio, el prendió la radio.

El resto del camino fuimos cantando unas canciones, o al menos intentandolo. También reímos mucho.

El es muy tierno.

Me emocionó al ver los colores de la bandera mexicana en una cartel luminoso, habíamos llegado. El se estacionó, se bajó del auto y me abrió la puerta. Entramos juntos al restaurante, Evan había hecho una reservación. Nos dieron nuestra mesa correspondiente. No paso mucho tiempo cuando un mesero se acercó a nuestra mesa y nos ofreció los menús.

— Sientete libre de pedir lo que quieras — habló Evan con su mirada fija a su menú, pero con una sonrisa en su rostro.

Me decido por los simples y típicos tacos de asada. Se me hace agua la boca de solo pensarlo. Evan pidió unas flautas, se veían interesantes.

— ¿Algo de beber? — preguntó el mesero de nombre Freddy.

— Agua de horchata, para mí — dije mirando al mesero.

— Lo mismo que la señorita — habló Evan.

El mesero asintió y se retiró con nuestro pedido.

— Gracias por aceptar venir conmigo — dijo Evan, con su mirada ahora fija sobre mi.

— Gracias por invitarme — mencioné un poco tímida.

Conversamos de cosas triviales hasta que llegó nuestra comida. Yo disfruté mucho mis tacos, son deliciosos.

— Anna, me estoy divirtiendo mucho contigo hoy — habló Evan. El acercó su mano a la mía y la tomo.

Me estaba tomando de la mano.

Estoy gritando internamente.

— Yo igual, Evan. Paso momentos geniales contigo — el me regaló una sonrisa tímida. Noté que se preparaba para decir algo.

— Mira, seré sincero contigo — ahora acercó su mano libre a mi mano libre y la tomo. Nos tomamos de las manos, literalmente. Me puse nerviosa —. Tu me gustas mucho — no respiro, ayuda —. Y en serio quisiera intentar algo contigo — dijo mirándome con esos ojos intensos que me ponen nerviosa.

El quiere intentar algo conmigo.

Yo le gustó.

Y el me gusta también.

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