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Gabriel está sorprendido, mucho. También está enfadado, muchísimo. No dirá que la idea del vampiro es mala, no lo es, pero sí que es malévola y está pensada para humillarle, sin embargo, es lo único que tienen; sino ¿Por qué iría Gabriel metido en una caja mientras Román se hace pasar por alfa y la almacena en el depósito?

El vampiro no ha tenido que dar más que una vuelta rápida a la manzana para encontrar una caja de madera tirada por ahí, varias en verdad, pero solo ha escogido una donde Gabriel pueda caber perfectamente. Después se ha reído de él mientras el chico se doblaba para encajar y ha hecho una broma sobre que quería encargar diez de él para decorar su futuro hogar. Gabriel le ha espetado que no tiene casa y que es un gorrón que vive en la suya, Román le ha respondido que Gabriel paga su piso con el dinero que le dio una organización cazavampiros corrupta y ahora el chico está haciendo un puchero dentro de la caja por haber perdido la discusión.

Román trata de actuar rápido, si se queda mucho rato rondando la zona con una caja de huele a omega acabará levantando sospechas, así que camina prestamente guiado por el aroma de ese omega conocido y, cuando llega a una puerta custodiada por una enorme alfa que le hace ver pequeñito, deja la caja al lado y empieza la segunda parte del plan.

Una segunda parte improvisada y de la que quizá debería haber avisado a Gabriel.

—Usted —se dirige a la segurata con cara de pocos amigos y altura descomunale —, el jefe necesita que se vaya fuera y que lleve a todo el personal de aquí abajo. Avisa también a cuantos puedas de la planta principal, han encontrado al humano que se escapó y resulta que está con el vampiro original. Están en la zona norte y el equipo que trata de atraparlos está teniendo problemas, debes daros prisa.

La alfa se cruza de brazos y alza una de sus delgadas cejas.

—¿Por qué deberías hacerte caso? No eres un comunicador autorizado como para dar esta orden.

—Mira, es una situación de emergencia, los comunicadores han ido ahí para poder ir notificando como avanza la situación, por eso el jefe me ha enviado a mí. Tienes que darte prisa, necesitan refuerzos. —enfatiza, moviéndose nervioso y lamiendo sus labios.

Traga saliva y lo mira con las cejas algo hundidas, lleno de preocupación en su cara.

—Mira —insiste, viendo como la mujer no relaja su rostro. —si me haces caso y resulta que solo os estoy gastando una broma se lo dices al jefe y me las cargaré yo, no tú, pero si no me haces caso y desperdicias la oportunidad de atrapar a ese niñato y su estúpido chupasangres serás tú la que tendrá problemas con el jefe. Y dudo que sea amable.

La mujer luce de pronto sorprendida, como si hubiese olvidado algo importante, y lleva su mano a la mejilla, donde una honda cicatriz la corta. Una cicatriz con forma de garra.

Asiente y unos segundos después su ropa vuela hecha jirones por el aire. En el suelo, un lobo más altos que el mismo Román se alza sobre sus patas y aúlla, alertando a los demás. Sin cuestionar nada, los otros se transforman y los siguen en su camino a la salida.

Cuando Román se asegura de que todos se han ido, abre la caja y saluda a Gabriel.

—Su paquete ha sido entregado con éxito. —bromea, a lo que Gabriel deja escapar una risa absurda y sale de ahí haciendo muchas de incomodidad.

Una vez fuera mueve sus articulaciones para desentumecerlas y mira la puerta.

—¿Está ahí? —Román asiente. —Bien, no hay cerradura, supongo que pensaron que con los grandulones había suficiente.

Gabriel toma el pomo de la puerta. Tira, nada, empuja, nada tampoco. Forcejea con ella y mira al vampiro con duda.

—No se abre ¿Qué demoni...

—¡Ya voy, papá! —Chilla una voz aguada a la par que se escucha, al otro lado, el crujido de un pestillo cediendo.

El omega que andaban buscando abre la puerta y, al verlos, grita del susto y cae de culo.

—¡Pero! ¿Qué hacéis aquí? ¡Oh, Dios, rápido, entrad! —chilla, levantándose de un salto y tirando del brazo de Gabriel tan fuerte que el chico entra a la habitación dándose de cara contra el suelo. —¡Antes de que os vea alguien!

Insiste, tirando ahora del brazo del vampiro. Este sonríe, pensando que su intento es adorable, hasta que cae también dentro de la estancia con la boca en le cemento.

—Tranquilo, no hay nadie fuera. —explica Román riendo desde el suelo. Ese omega es más fuerte de lo que pensó, pero es algo de esperar en un lobo, su aspecto frágil le ha confundido, pero ahora que se ha llevado la gran sorpresa lo encuentra hilarante.

—¿No os han visto? —pregunta, echando el pestillo de nuevo y con su pecho subiendo y bajando a gran velocidad.

Román niega y se da unos segundos para examinar el lugar mientras el omega se relaja y decide sentarse en el suelo con la mano en el pecho, respirando profundamente.

Es una habitación pequeña y gris con una luz desnuda, una cama, un escritorio y una silla, una pequeña puerta entreabierta que muestra un inodoro y la mampara transparente de la ducha y un pequeño hueco donde el omega tiene apenas lo necesario para cocinar algo decente. Es un lugar claustrofóbico y triste, el omega luce marchito.

Entonces el muchacho da un repullo de nuevo y grita.

—¡D-de todos modos ¿Por qué estáis aquí?!

Gabriel y Román se miran desde el suelo y es Gabriel quien decide dar el paso.

—Por ti.

—¿Por mí? —pregunta con total desconcierto, señalándose con el índice inocentemente.

—Me salvaste la vida, me toca devolverte el favor.

De nuevo, el omega luce impresionado, como si su mente no pudiese concebir esas palabras siendo pronunciadas y se bloquea unos segundos, mirando a Gabriel con sus enormes ojos azules abiertos y sin pestañear.

—Qué... ¿Qué locura es esa? —pregunta volviendo en sí, después cierra sus ojos mientras ríe sin gracia y Gabriel parece percibir que se le llenan de lágrimas. —No podéis salvarme, si me fuese de aquí mi padre, Farken, todo ''el aullido'' me perseguiría hasta la muerte.

Román ríe alto y responde:

—¿Y crees que a mí no me persiguen? Soy la mayor amenaza de Urobthos ahora mismo. Si he logrado que no me atrapen lo tuyo será pan comido.

Por un segundo sus ojos se llenan de emoción y sonríe, pero después solo niega, arrancando de su rostro la expresión feliz y volviendo a lucir ojeroso y triste.

—No, no, es imposibl-

Otro sonido opaca sus palabras.

Son pisadas y quejas: los lobos están bajando de nuevo y Román cae en la cuenta de que su plan no era tan bueno, sobre todo porque acababa en la parte en que lograban encontrar al omega, pero no decía nada sobre como escapar después.

Definitivamente debería haber consultado a Gabriel antes.

Fin del cap owo ¿Os ha gustado?

¿Qué creéis que pasará ahora con estos tres?

¿Qué pensáis de este nuevo personaje?

Inmor(t)al [En Amazon] (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora