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Gabriel despierta cuando el olor a frito le llega a la nariz y le amenaza con ahogarlo en su propia baba. Salivando y agarrándose el vacío estómago, sigue el aroma hasta la cocina, donde puede contemplar una de las escenas más hilarantes e increíbles que ha visto nunca.

Ángel está cocinando una deliciosa comida con carne y verduras, aprovechando que esta despensa es de mucha mejor calidad que la que tenía en aquella horrible celda y, a su lado, Román está protegiéndose la cara con un brazo, temeroso de los chispeos de aceite, mientras intenta hacer patatas fritas. Se siente un poco ofendido, el vampiro parece más asustado de la comida que de él cuando pelean ¿Acaso una freidora es un adversario más digno que un cazador?

—¡Oh, hola! —le saluda Ángel con una sonrisa de oreja a oreja cuando se voltea para servir el segundo y último plato de pollo al curry con ensalada y arroz. —Has dormido casi veinte horas, así que pensamos que tendrías hambre. Siento haber ensuciado tanto... —dice mordiéndose el labio mientras mira de reojo el mármol de la cocina, lleno de especias, salsas y arroz crudo derramado por doquier. —con solo un ojo es mucho más difícil cocinar.

—¿Qué?¡Oh, no no! No te preocupes, no pasa nada, muchas gracias, de verdad, muchas gracias... —dice el muchacho totalmente ojiplático, todavía recuperándose del shock de haber visto a una criatura milenaria teniendo problemas para hacer patatas fritas.

Gabriel se siente en su silla y ve entonces como Román sirve las patatas, quejándose de que se quema mientras lo haces. Lo mira extraño, con una ceja enarcada y la otra alzada.

—Tendré que hacerle algo de comida a mi comida, no hay más remedio. —murmura sonriéndole con grandes colmillos, quitándole importancia al hecho de que esta no es la primera, aunque si la más graciosa, vez en que Román se preocupa suficiente de la mala alimentación de Gabriel como para ponerse a cocinar. —Acábatelo todo —añade secamente, sentándose a la mesa, después se apoya en el dorso de su mano para sonreírle escalofriantemente y lamerse los labios mientras añade: —, después quiero comerte.

Ángel se tapa la boca al escuchar el comentario y enrojece un poco, viendo la forma tensa en que los dos se miran. Gabriel le lanza una furiosa mirada furtiva de ''no es lo que piensas ¡Ni se te ocurra pensarlo!'' y el chico simplemente se sienta en la mesa en silencio.

—Si vas a intentar morderme, recuerda que no te será tan fácil. La última vez te dejé que me mordieses solo porque yo estaba cansado, no tenía mis armas y porque llevabas mucho sin comer y te necesito con energías, pero ahora —lo apunta con el cuchillo, le sonríe de vuelta y después apuñala el trozo de pollo haciendo temblar la mesa—, te cortaré los colmillos a la mínima oportunidad.

Román le sonríe, entrecerrando los ojos mientras lo mira como un enamoradizo adolescente y con todo suave y zalamero responde:

—Eres tan tierno cuando te crees que puedes conmigo...

—Y tú tan idiota cuando te clavo una estaca en el corazón por ser un engreído. Estoy deseando ver como pierdes.

—No me gustan las peleas... —murmura Ángel incómodamente, mirando a su plato sin tocarlo mientras hace un leve puchero.

—No te preocupes —responde Román mirándolo con una mueca tan amable que parece ser incluso otra persona. La lujuria y el sadismo con el que observa a Gabriel no parecen poder estar pintadas en el mismo rostro que su ocasional pero sincera dulzura. —, esto es un trato que hicimos: si yo tengo hambre trato de cazarlo, si él me caza a mí no como en unos días, si yo le cazo a él... explícale que pasa, presa mía.

Inmor(t)al [En Amazon] (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora