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Eran las 05:00 am cuando el despertador sonó, Sua estaba muy ansiosa, saltó de la cama y fue a tomar una ducha.

¡Hoy es el primer día de su último año escolar!

Se colocó el uniforme, una falda negra, un poco más corta de lo que debería ser y una camisa blanca con una corbata negra.

Tenía que verse genial ya que tener la reputación de ser la más popular de la escuela requería de al menos un poco de esfuerzo. Y de alguna manera ella lograba resaltar incluso en ese aburrido uniforme. Sin duda alguna era muy hermosa y eso ella bien lo sabía.

—El desayuno está listo, amor.

Miró el reloj, ya eran las 7:00 am, por eso mismo se levantaba tan temprano, se demoraba mucho al alistarse.

—Sí mamá. Ya bajo.

Sua era hija única y por lo tanto la consentida de sus padres. Realmente se consideraba afortunada.

—¿Lista?— el señor Kim sostenía su taza de café—Este año es elemental para saber que camino tomará tu vida.

—Es su primer día, deja que lo disfrute—protestó su mamá—Ya tendrá mucho tiempo para pensar en eso.

El sonido de una bocina interrumpió su plática.

—Esa debe ser Jiu.

—Sin duda alguna—bromearon sus padres.

Tomó sus cosas y se despidió. Desde que su amiga consiguió su licencia de conducir, se le volvió una costumbre pasar por ella a recogerla.

Afuera estaba el mazda 6 de color rojo, esperándola. Subió en el lugar del copiloto.

—¡Buenos días, princesa!—una sonrisa de oreja a oreja la recibió.

Si había una persona tan brillante, capaz de transmitir toda su alegría, esa era Jiu.

—Hey, ¿estamos alegres hoy?

—Claro que sí. Lo hemos planeado desde antes. Este será nuestro año.

—Me gusta esa actitud, pero deberías arrancar o llegaremos tarde.

—Sabes que si quisiera, podría dejarte.

—Sabes que no—la más bajita hizo un puchero.

—Si no fuera tan débil—resopló.

Sua le mostró una sonrisa y la mayor arrancó.

Se conocían desde que eran niñas, si había alguien en la que realmente podía confiar, sin duda era Jiu. Su mejor amiga.

Al llegar a la escuela, todos volteaban a mirar, pero eso era algo a lo que ambas ya estaban acostumbradas.

—¿Qué tal sus vacaciones?

Yves las sorprendió rodeando a ambas con sus brazos, mientras les sonreía.

—¿Algún amor de verano?

—No todos somos como tú—contestó Jiu, tratando de zafarse del brazo de su amiga.

—Ahí si te equivocas, tú eres la única aburrida—le sacó la lengua—apuesto a que Sua tiene mucho que contar.

Y de hecho no estaba tan equivocada, si pasó algo, pero Sua prefería no contarlo. No merecía la pena.

Para suerte de Sua, fueron interrumpidas por un joven de cabellos rizados.

—¡Hey chicas! Las extrañé demasiado—saludó a las tres con un abrazo—¿se enteraron de lo último?

En tus zapatos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora