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Siyeon despertó, lentamente abrió los ojos recibiendo los tenues rayos de luz de la mañana. Cuando por fin fue consciente de que estaba en su habitación, se asustó al sentir los brazos de alguien rodeando su cintura. Cuando bajo la mirada pudo percatarse de que se trataba de Sua.

¡¿Sua?!

No podía recordar nada después de haber jugado ese juego, ¡nada!, su mente estaba en blanco.

Trató de moverse sin tener que levantarla, pero en el proceso levantó la sabana que las cubría y se dio cuenta que Sua estaba en ropa interior.

—¡Ahhhhhh!

Se apartó rápidamente cayendo de su cama.

—¡¿Qué rayos te pasa?!—Sua despertó por el grito, lo que la atrajo al profundo dolor de cabeza que la estaba esperando después de la borrachera que recibió su cuerpo la noche anterior—¿Por qué gritas?

Sua se sentó en la cama, colocando ambas manos en su cabeza tratando de calmar el dolor punzante que provenía de ella.

—¿Por qué... Por qué estás sin ropa?—Siyeon dirigió su mirada a un lado tratando de evitar la imagen de Sua en ropa interior encima de su cama—¿Qué diablos pasó ayer?

Sua continuaba con ambas manos en su cabeza masajeando, volteó a ver a Siyeon y dejó caer una risa sarcástica.

—¿Es en serio?—el tono de Sua era una mezcla de molestia y burla—¿No te acuerdas?

—No puedo recordar...

—Yo te puedo ayudar a recordar—Sua se levantó de la cama, tratando de ignorar el dolor que sentía, se acercó donde se encontraba Siyeon.

—Cúbrete—Siyeon se tapó los ojos con una mano—no me digas, que tú... y... yo...—pánico en su voz.

Sua le quitó la mano, logrando así que Siyeon la mire, tenía una sonrisa pícara en el rostro.

—¿Tú y yo?

Siyeon no pudo evitar admirar la figura que se encontraba en frente suyo, si una cosa era indiscutible en esta situación, es que Sua tenía un hermoso cuerpo.

—¿Pasó algo anoche?—Siyeon pudo volver a centrarse en la mirada de Sua.

—Pasaron muchas cosas—la risa de Sua era coqueta—debo admitir que me sorprendiste. No sabía que eras capaz de esas cosas—insinuación en su voz.

—¡No! ¡No puede ser!—Siyeon alzó la voz incapaz de procesar lo que Sua insinuaba.

—¡No grites!—Sua volvió a masajear su cabeza—No pasó nada entre nosotras—la expresión de Sua cambió a molestia pura.

—¿Entonces? ¿Tu ropa?

—Anoche te vomitaste encima, tuve que sacarte la ropa—una expresión de disgusto apareció en el rostro de Sua al recordar—al llegar caíste como un roble y pues amanecí así.

Siyeon se quedó helada, eso era incluso peor que liarse con Sua.

—Y ¿por qué insinuaste otra cosa?

—¡Te lo merecías! Lo que hiciste anoche fue pasarse de la raya, me hiciste quedar mal en la fiesta, incluso en frente de tu madre y de tu hermana. ¡No podía llevarte a mi casa en ese estado!

Vergüenza fue lo que sintió Siyeon, empezaba a preocuparle las cosas que hizo ayer. Y se sintió mal por Sua.

—Lo siento... No puedo recordar...

—Claro que no puedes recordar—se rió de mala gana—con todo lo que tomaste—otra punzada de dolor—y lo peor es que la resaca me la llevó yo—si los ojos de Sua mataran, Siyeon ya estaría muerta.

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