Me acomodé en el camastro, dejando espacio libre para Menma. Él se sentó y comenzó a acariciar mis piernas mientras sus dos amigos jugaban en la piscina con Ino y Matzuri. El sol brillaba intensamente, reflejándose en el agua cristalina de la piscina, creando un ambiente relajado y despreocupado.
Me coloqué mis lentes de sol y recargué mi cabeza en el respaldar.
—¿A cuál de todos los que nos están mirando te estás follando, Sakura? —preguntó Menma, mordisqueando mi hombro.
Sonreí, lo miré y acerqué mi rostro al de él.
—¿Tú a quién crees que me estoy follando? —respondí con picardía.
Menma me tomó de la barbilla y me besó en los labios. Fue apenas un fugaz roce, justo lo acordado. Mi objetivo era demostrarles a los Uchiha que no eran los únicos capaces de complacer mis deseos. Tal vez lo de Menma y yo era una farsa, pero ellos no tenían por qué saberlo.
En un rápido y elegante movimiento, me monté sobre Menma a horcajadas, con ambas piernas a cada lado de él. Menma colocó sus manos sobre mi cadera, sonriendo con arrogancia.
—Si te soy honesto, no imaginé volver a tenerte así sobre mí después de que juramos ser solo amigos.
La pérdida de mi virginidad no fue con Sasori, solo Menma puede presumir de aquello.
—Oh, por favor, no seas arrogante —exclamé, inclinándome para besar su cuello. Él comenzó a reír, pues sabía que ese era su punto débil, y reímos juntos.
—Los hermanos Uchiha... ¿Sakura, te estás viendo con los hermanos? —susurró Menma.
—¿Cómo lo supiste? —pregunté de la misma forma en su oído.
—Pues porque si las miradas mataran, seguro ya estaría pudriéndome en mi ataúd.
—¿Te da miedo? Dime, Menma, ¿le temes a los Uchiha?
—Para nada, joder. De hecho, creo que le pondré más empeño en mi papel de... ¿qué se supone que soy?
—El chico con el que estoy saliendo, mmm, de hecho, no sé bien qué quiero que seas.
—Seamos lo que más les fastidie a ellos, ¿te parece?
—Obviamente.
Menma me apretó contra su pecho con sus brazos y se puso de pie. Para no caer, tuve que enrollar mis piernas a su cadera y sostenerme con fuerza de sus hombros. Lo miré confundida, pero él me guiñó el ojo y me dio una palmada en el trasero.
—Vamos a tu habitación, ¿no es obvio?
Comencé a reír. Estoy segura de que nadie apartó la mirada de nosotros hasta que entramos en la casa. Aquello me hacía sentir bien, aunque no como esperaba, pero al menos ya les había demostrado a los Uchiha que no eran tan necesarios y a Naruto que podía salir con quien quisiera.
Al llegar a mi habitación, Menma me lanzó sin cuidado a mi cama.
—¿Estás loco o qué? —me quejé mientras sobaba mi cabeza.
—Yo no soy un príncipe y tú tampoco eres una princesa, así que no esperes que sea lindo. Oye, iré a tu baño. Ayer cené pescado frito y creo que no me hizo buena digestión.
Me dio la espalda y fue directo al baño. Hice una mueca de horror y asco al escuchar lo que hacía dentro.
Tuve que ponerme los audífonos para distraerme con otra cosa que no fuera el estómago enfermo de Menma.
Varios minutos después, Menma salió.
—¿No tendrás algún perfume para aromatizar el baño?
—Eres asqueroso. En el primer cajón.