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Parte 1

Por Sasuke.

La voz de Hinata llamando mi nombre me obligó a retirarme de la baranda, pero antes de hacerlo pude notar un juego de miradas entre Indra y mi hermano. Algo bastante extraño, a decir verdad.

Itachi me alcanzó segundos después, y una de sus manos tomó mi hombro.

—¿Qué fue eso? —cuestioné.

—¿Qué fue qué?

—Indra y tú, ese juego de miradas. No te hagas el tonto.

—Oh, eso... bueno, Indra me odia, yo lo odio, y las miradas de desagrado son el resultado de ese odio. Hinata te está llamando, deberías ir con tu amada esposa.

Sonreí al escucharlo.

—Y tú no deberías dejar sola a tu adorada prometida.

—Jódete, pequeño hermano menor.

Itachi y yo caminamos en dirección a la mini sala donde se encontraban sentadas Hinata e Ino, ambas conversaban llenas de entusiasmo.

—¿Qué estaban haciendo en la baranda? —cuestionó Hinata una vez que tomé asiento a su lado.

—Querida cuñada, solo estábamos viendo lo viejos que somos ahora. Salir a beber es una excelente distracción del día a día en la oficina, pero hay que admitir que ya no tenemos edad para ir abajo y bailar como los jóvenes —dijo Itachi, llevando su trago a la boca.

Ino le dio un par de palmadas en el pecho para después besar su mejilla al tiempo que susurraba: "No importa la edad que tengas, para mí siempre serás el más sexy de todos los sexys".

Rodé los ojos. Ella realmente me resultaba fastidiosa, todo el tiempo adulando a mi hermano y no solo a él, lo mismo hacía con mis padres y Hinata. Por suerte, Ino notó desde el día uno de su relación con Itachi mi rechazo hacia ella y pocas eran las veces que debía intercambiar palabras con ella.

Honestamente no entiendo cómo es que Itachi finalmente terminó dándole el anillo de compromiso si él mismo decía que en ocasiones le resultaba molesta. Tal vez se debió más a la seguridad; Ino lo amaba demasiado y claramente ella nunca se atrevería a ser infiel como lo fue Sakura. Y es que sí, Sakura aún seguía causando dolor en el corazón de mi hermano. Pero no solo en el de él, sino también en el mío, y es ridículo pues nuestra relación fue jodidamente efímera. Pero justamente fue eso lo que la hizo especial, intensa e inolvidable.

—Ahí viene Naruto —susurró Hinata a mi oído.

Me moví incómodo en mi asiento. Naruto era la última persona que esperaba ver esa noche. Si Shikamaru hubiera tenido la maldita decencia de informarme que Naruto había vuelto de Taiwán y asistiría a la reunión mensual con el grupo, yo sin duda hubiera faltado. Y no porque lo odiara; jamás podría hacer eso pues fue mi mejor amigo antes de que jodiera todo por sus malditos celos para después huir a Taiwán como un jodido cobarde. Supongo que yo solo quería reventarle la cara a golpes, pero odiarlo... jamás.

—¿Qué tal Taiwán? —cuestionó mi hermano una vez que Naruto tomó asiento en uno de los sillones libres.

Naruto encendió un cigarrillo para después darle una calada.

—Interesante. Aprendí mucho allá —respondió mostrándose indiferente al tiempo que mantenía la mirada fija en Hinata. ¿Por qué mierda la miraba tanto?

—Se nota. Te fuiste siendo un tipo común, podría decir incluso que bastante soso, y mírate ahora. Tu traje es claramente hecho a medida, un peinado diferente. Admito que luces como un tipo de quien hay que cuidarse.

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