Por Sakura
Me aferré al pecho de Indra, llorando sin cesar mientras él me acariciaba la espalda, repitiendo una y otra vez que todo estaría bien. Estábamos dentro de su camioneta, y el chófer conducía sin rumbo fijo por la ciudad. Indra trataba de consolarme, pero el dolor y la angustia no se disipaban.
—Siento haberte molestado, pero no supe qué más hacer o a quién más recurrir —murmuré entre sollozos.
—Hey, tú nunca serás molestia para mí, Sakura. Puedes llamarme y pedirme lo que desees, y yo me encargaré de cumplirlo. ¿Cenaste algo? —preguntó, limpiando mis lágrimas cuando me separé de él.
—Sí, había terminado de cenar cuando mi madre bajó. Dios... debiste ver su rostro, nunca la había visto tan molesta. Y mi tía... seguro me odia ahora. ¿Qué voy a hacer? No quiero ir a Irlanda. Seguro papá me enviará a un convento. Mi vida está arruinada.
—Claro que no, tu vida no está arruinada. Yo no permitiré que te envíen lejos. Ahora eres mayor de edad, puedes pedir la emancipación. Del resto me encargo yo. Mantente tranquila, no dejaré que nadie te siga haciendo daño.
—¿Pero... dónde viviré? Con mi salario aún no puedo costearme un departamento. Tal vez pueda rentar, pero no creo que sea la mejor idea si también tengo que pagar la universidad. Tal vez pueda ir a vivir con Menma... Tú puedes ayudarme con lo de la emancipación y...
—No irás a vivir con Menma. Apenas tiene agua embotellada en su departamento. Vivirás en mi casa.
—¡Oh no! Indra, yo no podría. Además, los rumores se volverán más fuertes.
—¿Rumores? —cuestionó confundido. Desde que mi madre llegó a Japón, casi no había asistido a las fiestas en casa de Indra y por ende, casi no charlaba con él. Un texto ocasional con frases sin sentido era todo lo que intercambiaba con Indra.
—Oh, bueno, es que en mi universidad dicen que estoy saliendo contigo por las fotos que comparte Asura en sus redes sociales y por las fotos que publicaste el día que fuimos a tu finca. Creo que la gente malinterpretó las cosas. Perdón.
—Hey, no te disculpes. Tú no tienes la culpa de nada y bueno, no me molesta lo que la gente piense. Al final de cuentas, es mejor que piensen eso. Así ningún perdedor se acercará a ti con malas intenciones. Si piensan que sales conmigo, obviamente nadie tiene oportunidad.
Aquello me desconcertó, pero no estaba de ánimos para aclarar el asunto.
—¿En verdad no te molesta si me quedo en tu casa?
—¿Cómo me va a molestar? ¿Acaso no has visto lo grande que es mi casa? Apuesto a que apenas nos vamos a encontrar.
—Sí, bueno, es tan grande que tal vez necesite un GPS para no perderme. Ay, Indra, en verdad te agradezco lo bueno que eres conmigo. Te juro que en cuanto encuentre un lugar para mudarme, lo haré.
—No te preocupes. Podría comprarte un departamento si es lo que quieres, pero creo que en este momento será mejor que tengas compañía. No es bueno estar sola en estos momentos.
—Huir de casa es casi como escapar de mis problemas. Seguro que estoy siendo cobarde.
—Huir no es malo, Sakura. En ocasiones es lo mejor. No siempre es sano cargar con todo. Lo mejor es tomarte tu tiempo, madurar y después volver para solucionar los problemas. Tómate tu tiempo, sana tus heridas y cuando estés lista, vuelve y enfrenta a todos. Fallaste, cometiste errores, y no es malo. Es de humanos errar. Equivoca aquel que juzga como si fuera perfecto. Nadie lo es.
Escuchar a Indra me ayudó a tranquilizarme un poco. Él tenía razón. De nada serviría seguir mortificándome por lo acontecido, pues nada podría hacer ahora. Tal vez en un futuro, pero no ahora.