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Por Sasuke. 

Dirigí la mirada al techo del ascensor, agradeciendo que tuviera marcada la salida de emergencia. En caso de que comenzáramos a quedarnos sin oxígeno, podría trepar y quitar la tapa. Sin embargo, sería estúpido intentar salir por ahí en un apagón, así que lo mejor era permanecer dentro.

Volví la mirada a Sakura, que estaba sentada en el suelo con su celular en las manos, presionando la pantalla con insistencia y maldiciendo constantemente. Al principio, fue agradable verla así, pero después de media hora de escucharla maldecir y quejarse, comenzó a ser molesto.

—Vi tus fotos en la revista, así que ese era el trabajo al que te referías.

—Maldición, maldito chocolate... Sasuke, se supone que no debemos hablar de cosas personales. Solo de la escuela y la comida, cosas sin importancia.

—Oh, vamos, Sakura, hagamos una excepción. Estoy aburrido, no tengo señal y has perdido en ese estúpido juego muchas veces. Acéptalo, no eres buena.

Ella comenzó a reír y bloqueó la pantalla de su celular, encendiendo la linterna y colocándola a un costado de ella.

—Bueno, apuesto a que no soy la única que no es buena en Candy Crush —dijo levantando el rostro para mirarme.

—¿En qué nivel vas? —pregunté con una sonrisa.

—Voy en el terrible nivel quince.

—¿Hace cuánto lo instalaste?

—Dos años.

—Eres terrible. Yo lo tengo en mi celular desde hace tres meses, juego mientras espero al entrenador y voy por el nivel doscientos.

—¿Sasuke Uchiha juega al Candy Crush? Oh, por Dios, eso debe ir al chismógrafo de la universidad.

—Ya basta. Mejor háblame de tu trabajo.

Sakura suspiró.

—Bien, hagamos una excepción, pero solo por hoy y porque ya estoy harta de este estúpido juego. Aunque no mencionaremos a nadie que tenga que ver con nosotros, ¿ok? Solo las actividades.

—Me parece perfecto.

Sakura palmeó el suelo a su lado, invitándome a sentarme, pero yo nunca me había sentado en el suelo, ni siquiera en el campo después o antes del entrenamiento. ¿Por qué lo haría ahora?

Oh, claro, porque ella lo estaba pidiendo.

Así que terminé sentándome a su lado.

—Fui a una entrevista el día que falté a la biblioteca. La verdad, no creí que me quedaría. Literalmente, solo lo hice para saber qué se sentía hacer algo que yo deseaba y no lo que mis padres creen bueno para mí. Dos días después, me llamaron, dijeron que mandarían mis fotos a importantes marcas y solo debíamos esperar. Firmé un contrato y, bueno, ahora estoy trabajando para Celine y próximamente haré una sesión para Chanel. Estoy muy feliz y, bueno, la paga es estupenda.

Sakura realmente lucía entusiasmada. Había logrado algo bueno por sí sola, algo que le gustaba a ella y no a sus padres.

—Me alegro por ti. ¿Y tus padres qué opinan?

—Qué tramposo, dije que sin menciones de personas.

—Personas que tengan algo que ver con tu día a día. Tus padres no cuentan.

—Eres un genio. Bien, mi madre está en Japón, me abofeteó ayer y papá quiere que vaya a Irlanda. Está furioso por las fotos, creo que quiere criarme él solo, aunque dudo que sus bacterias le den tiempo para siquiera mirarme. Hoy discutí con mamá y, bueno, aquí estoy, atorada en un ascensor, dispuesta a ir en contra de mis padres y seguir mis deseos. No moveré mi culo flaco de Japón y no estudiaré medicina.

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