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Por Sasuke

Salí del baño, me sequé el cabello y suspiré al ver a Hinata aún durmiendo. Había pasado una semana desde su salida del hospital y aún le quedaba otra semana de reposo antes de retomar sus actividades en la universidad. En cambio, yo ya no podía seguir faltando a la universidad o perdería el semestre.

Me sentía agotado, no solo físicamente, sino mentalmente aniquilado. Había pasado por tanto en tan poco tiempo.

—Sasuke... no te vayas, no me dejes sola. Necesito de ti hoy más que nunca.

Hinata se incorporó en la cama cuando abrí la puerta de la habitación dispuesto a salir. Me detuve un momento sin soltar el pomo de la puerta.

—Tengo que ir a la universidad, Hinata. No puedo seguir faltando a clases —dije tratando de mantener la calma y sonar lo más amable posible.

—Lo mismo dijiste la última vez y ya, ¿qué pasó? Dime, Sasuke, ¿qué pasó? —Hinata comenzó a llorar amargamente.

—Ya te dije que lo siento, Hinata. En verdad, siento lo que pasó...

—Sí, deberías estar muy arrepentido, pues por tu culpa...

—No... no te voy a permitir que trates de culparme a mí de todo, Hinata. Tú también tuviste que ver en lo que pasó al comportarte como una desquiciada. Iré a la maldita universidad y volveré más tarde —perdí el control.

Salí de la habitación sin más, sintiendo cómo todo a mi alrededor comenzaba a asfixiarme. Creí que enfrentar a Hinata había sido difícil, pero estaba equivocado. Al llegar a la universidad, las miradas de lástima y compasión de mis amigos y conocidos de la familia Hyuga me hicieron sentir asqueado.

—¿Cómo está Hinata? —cuestionó Shikamaru después de sentarse a mi lado en la mesa de la cafetería.

—Bien... bueno, mejor supongo. Dentro de una semana podrá volver a clases. Está tomando terapia con una tanatóloga y todo eso —respondí, mordiendo una manzana.

—Puedes decirle que si quiere volver al equipo es bienvenida... O sea, ella no es literalmente de mi agrado, pero siempre será parte del equipo —dijo Karin, sorprendiendo, pues ni siquiera había notado su presencia en la mesa hasta que habló.

—Sí... se lo diré. ¿Dónde está Naruto? No lo he visto desde que fue al hospital.

—Tuvo una pelea con sus padres. Lo echaron de casa después de que visitó el hospital. Ha faltado a clases desde entonces. Creo que está buscando un departamento donde vivir. Su padrino Jiraiya lo apoyará económicamente. Parece que fue grave lo que ocurrió con sus padres.

Me sorprendió enterarme de aquello.

—¿Por qué lo dices?

—Naruto buscó a Gaara una noche. Al parecer, estaba muy ebrio y drogado. Gaara me contó que Naruto tenía el labio roto y que pasó prácticamente todo el tiempo llorando y lamentando su comportamiento. Dijo que sus padres lo habían echado y que era un maldito monstruo. A la mañana siguiente, dejó la casa de Gaara. Cuando no pudo contactar con Naruto, nos contó lo que había ocurrido. Pasaron días sin tener noticias de él. No respondía las llamadas ni los mensajes. Era como si se lo hubiera tragado la tierra. Fuimos a buscarlo a su casa con la esperanza de que hubiera hecho las paces con sus padres, pero no fue así. Preguntamos por Sakura y el ama de llaves nos dijo que ella también se había mudado...

—¿Sakura ya no vive en casa de los Uzumaki? —pregunté, interrumpiendo a Shikamaru.

Karin comenzó a reír.

—Esa mocosa la está pasando de lo lindo desde que dejó la casa de Naruto. Es una zorra.

—¿Por qué lo dices?

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