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Por Sakura.

—Este es mi lugar favorito en el mundo —dijo Indra, con la mirada fija en la espectacular vista desde la terraza de nuestra habitación. Solo montañas, árboles de un brillante color verde, césped aquí y allá, el cielo azul, una que otra cabaña, y un exquisito aire fresco y libre de contaminantes nos rodeaban.

Era un lugar tranquilo, casi como un paisaje sacado de una película de ficción donde un hobbit debe llevar el anillo al volcán para salvar a la humanidad. Así de fantástica e irreal era la vista.

—¿Siempre te hospedas aquí cuando vienes a Suiza? —pregunté.

—Sí, el LeCrans es propiedad del padre de un conocido del internado. El trato que me brindan es fantástico, siempre me dan la mejor habitación con la mejor vista, claro está.

Recargué mis manos sobre la baranda de madera. El viento golpeó suavemente mi rostro, haciendo que mi cabello se moviera de un lado a otro. Sonreí al sentir cómo mi vestido se elevaba, dejando seguramente a la vista de Indra mis pantaletas.

Indra sonrió. Me encantaba verlo sonreír, porque eran pocas las veces que lo hacía de una forma sincera. Para todos sus amigos, él era plenamente feliz, lo tenía todo, pero en el fondo, Indra era miserable porque tenerlo todo no significa tener felicidad.

Y es por eso que yo quería ayudarlo. Quería sanar todo dentro de él.

Aunque en el proceso yo me rompiera aún más.

—Durante el vuelo maté el tiempo leyendo artículos de chismes. Tu idea de ir al programa para aclarar lo que pasó esa noche funcionó. Todos han vuelto a hablar de cuán perfectos nos vemos juntos. Incluso nos han nombrado "IndraSaku". Si buscas eso en internet, te saldrán cientos de fotos de nosotros —dije durante la cena. Indra tomó un trago de vino tinto mientras prestaba atención a mis palabras.

—Tal parece que la gente nos ama.

—Nos adoran... Debo confesar que yo antes creía que eras... bueno, ya sabes, homosexual porque cuando busqué información sobre ti solo encontré que eras un tipo rico, bastante atractivo y extrañamente soltero. Aún no sabía de tu relación con las chicas, obviamente.

—¿Me googleaste? —preguntó sonriendo, con una mirada incrédula y una sonrisa ladina en los labios.

—Sí, tenía curiosidad sobre ti. ¿Eso es malo?

—No, no es malo. De hecho, ahora que lo pienso, creo que perdimos mucho tiempo fingiendo ser pareja en lugar de solo serlo. Para ser honesto, llamaste mi atención desde la primera vez que te vi.

—Vaya, conque nos estamos sincerando, ¿eh? Bien, me gusta esta charla y aprovecharé la oportunidad para saber qué es lo que te gustaba de mí. Y por favor, no me digas mi apariencia física. Estoy harta de escuchar eso.

—Bueno, en un primer instante sí fue eso lo que me llamó la atención de ti. Eres jodidamente hermosa, no puedo negarlo. Siento decepcionarte —ambos comenzamos a reír. Tomé mi copa y le di un pequeño trago, pues no quería embriagarme tan rápido cuando nuestra cena se estaba volviendo tan amena—. Pero después vi más allá de tu apariencia. Tu mirada, tu mirada era triste, tanto como la mía, y supuse que debajo de esa imagen tan divertida que dabas a los demás había algo mucho más profundo. Y bueno, yo quería saber qué era. Intenté volverme cercano a ti, pero no quería verme tan obvio... creo que en el fondo no quería arruinarlo porque tú realmente me importas. Me importas más de lo que alguna vez llegué a pensar que alguien lo haría. Por eso tenía miedo de arruinarlo y que al final tú terminaras alejándote.

—¿Por qué me alejaría? No sé si lo has notado, pero soy esa clase de chica que se aferra a alguien aunque este no sea el indicado. Hasta ahora, tú lo único que me has demostrado es lo estúpida que fui en el pasado al soportar tanto de alguien que no me amaba ni la cuarta parte de lo que lo haces tú.

Y es que si Indra se había enamorado de mi cara triste, entonces eso significaba que él merecía todo de mí. Porque, ¿quién más si no él? Supongo que eso me hizo darme cuenta de lo mucho que tuve que hacer para agradar a Naruto, por ejemplo. Todos los cambios que tuve que hacer por él... fue estúpido esperar algo a cambio de mi primo, y tal vez para unas personas podría ser asqueroso, pero así es el amor. No puedes controlarlo, solo pasa, cuando menos lo esperas y de quien menos lo esperas. Puedo decir, por ejemplo, que nunca esperé enamorarme de Sasuke y pasó, aunque yo repetía una y otra vez que no debía ser. No porque fuera prohibido como Naruto, sino porque simplemente para mí Sasuke era solo un refugio al dolor. Por Sasuke no hice ningún cambio, pero sí que esperé cosas de él. Estúpido, lo sé, pero así funciona esto que es amor.

Ahora podía estar segura de que Indra valía la pena... un comienzo a una vida de ensueño. Tal vez al final sí puedo ser esa clase de chica que espera que vengan a rescatarla.

Indra lo hace... cada día.

—Sakura... yo no soy una buena persona. Soy un desastre. Hago cosas que para el resto del mundo pueden parecer enfermas, pero para mí es la manera de demostrar amor. No soy quien tú crees que soy, y eso es lo que más me aterra en ocasiones. ¿Qué pasará el día que tú descubras cómo es en realidad Indra Õtsusuki? ¿Te irás, me odiarás? He esperado tanto por ti que ahora que te tengo es aterrador pensar en lo que puede suceder cuando la cortina de humo rosa se desvanezca y te des cuenta de la realidad.

Oírlo hablar así me hacía reconsiderar todo lo anterior, pero...

—¿Qué tan malo puede ser?

Y es que Asura ya me había puesto en advertencia respecto a Indra y sus adicciones. Lidiar con un drogadicto no podía ser tan malo, vamos que ya lo había hecho antes con Naruto.

—Puede que sea peor de lo que te imaginas, pero... dejemos de hablar de esto y permitamos que el tiempo haga lo suyo. Disfrutemos de estas vacaciones juntos porque a partir de ahora comienza nuestra historia, solo tú y yo... nadie más.

Y en efecto, aquel día fue el inicio de nuestra historia. No una como la que esperaba, llena de rosa, amor y ternura, pero sí una llena de emociones.

De miles de emociones.

Una de la que hubiera preferido no ser parte.

Porque al final, la oveja resultó ser un maldito lobo y yo, casi sin darme cuenta, me convertí en su presa.

Puccalovelin




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