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Por Sasuke:

—Yo también quiero que me enseñen otros idiomas.

Casi me ahogué con el vino al escuchar a Naruto, mientras Itachi comenzó a reír sutilmente.

—Claro, podemos empezar con el japonés y de paso te ayudo con economía. El otro día hablé con el entrenador, estás al límite de la materia, Naruto, y si no obtienes un diez reprobarás. No podrás estar en el equipo el próximo año, tu último año. Dudo que quieras eso.—dijo Itachi.

Kushina reprendió a Naruto, mientras Minato trató de excusarlo como siempre.

—Ya, ya, no venimos aquí para hablar de mis calificaciones o de ustedes dos pretendiendo enseñar a Sakura nuevos idiomas. Ella puede contratar maestros especializados en eso.

Naruto sonaba molesto.

—¿Y por qué tengo que gastar cuando los Uchiha se están ofreciendo amablemente a enseñarme? La verdad es que estoy ansiosa por aprender de ambos... tal vez de los dos al mismo tiempo, eso sería un reto.

Sonreí.

Itachi se aclaró la garganta para después beber un poco de vino.

—No creo que Hinata esté de acuerdo con eso, Sasuke.

Comentó mi padre.

—No veo por qué mi exnovia tenga que estar de acuerdo o no con lo que yo haga.—respondí cortando un pedazo de carne para después llevarlo a mi boca.

—¿Tu exnovia? ¿Cuándo pasó eso?—cuestionó mi madre, mostrando preocupación en el rostro.

—¿Hinata Hyuga? ¿Terminaste con Hinata Hyuga? ¡Wow! Pero ¿por qué? Ella es hermosa, muy buena chica, básica tal vez, pero es la novia que todos quieren tener.—exclamó Sakura, para después meter una aceituna en su boca.

Es una maldita.

—Ya no es mi tipo.—respondí.

—Debes estar bromeando, hijo. Piensa bien las cosas y habla con ella, seguro aceptará volver contigo.

—Seguro que sí.—murmuró Naruto, al tiempo que llevaba la copa a su boca.

Lo miré extrañado, pero después aclararía eso con él.

—No me interesa volver con ella, ahora tengo otros planes en mente.—respondí.—Y respecto a mis gustos, supongo que son muy opuestos a lo que es Hinata. Solo Itachi me entenderá.

—Lo entiendo.—respondió Itachi.

—¿Cuáles son tus planes?—cuestionó Kushina, mostrando interés.

De hecho, todos en la mesa, incluido mi padre, me miraron esperando una respuesta.

Inhalé.

Exhalé.

Y respondí.

—Enseñarle portugués a Sakura mientras mi hermano le enseña mandarín.

Sakura comenzó a reír, al igual que Itachi.

Después de la cena, mis padres y los de Naruto pasaron al salón, mientras que nosotros optamos por ir al jardín a tomar aire fresco.

—¿Qué pasa con tu hermano?—me cuestionó Naruto al ver que Itachi y Sakura caminaban alrededor de la piscina mientras nosotros estábamos sentados en los camastros. Miré en dirección a mi hermano; Sakura sostenía su brazo, él se inclinaba para hablarle al oído, ella lo escuchaba y después reía.

Sonreí, pues aunque al principio verlos interactuar me causaba algo de molestia, extrañamente esa sensación ya no la tenía.

—¿Qué pasa con él?—cuestioné, recostándome en el respaldo del camastro.

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