9.

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Cuando terminó el baile, los estudiantes se empezaron a ir poco a poco. Los padres de Nahomi se habían ido hace unas horas y los cuatro nos encontrábamos sentados en un parque cerca de la universidad.

-Bueno chicos, nosotros seguiremos la fiesta en casa, ¿Vienen? - Samuel nos preguntó mientras cogía de la mano a Nahomi y se levantaban de sus asientos. Iba a responder, pero Jared se me adelantó.

-No, nosotros iremos a mi casa. -Samuel nos regala una sonrisa pícara y vuelve a hablar.

-Está bien, que disfruten. - Mi mejor amiga se despide de nosotros y me pica un ojo antes de que salieran corriendo como unos niños. Sonrió al verlos correr mientras Nahomi cogía la falda de su vestido con las manos para correr bien.

- ¿Vamos? - Jared me tiende la mano y la acepto asintiendo. Cuando quedo de pie al lado de él, me sorprende cuando me carga en sus brazos. - Debes estar cansada de los pies por esas armas mortales, llamadas tacones. - Suelto una risa por su ocurrencia mientras pongo mis manos alrededor de su cuello.

-Solo un poco, estoy acostumbrada.

Él me carga hasta que llegamos a su auto, retiré una mano de su cuello para ayudarle abrir la puerta del copiloto, me ayudó a sentarme y cerró la puerta, rodeo su auto para poder sentarse de piloto, cuando estuvo sentando, se puso el cinturón y arrancó. Decidí prender la radio para escuchar algo de música, cuando la encendí la canción Perfecta de Miranda sonó por los altavoces. Me gustaba mucho esa canción, así que empecé a cantar.

-Éramos tan buenos amigos hasta hoy.

-Que yo probé tu desempeño en el amor- Giré mi rostro hacía Jared al oírlo cantar la canción. Cuando terminamos de cantar, Jared cogió mi mano, besó mis dedos y dejó mi mano en su pierna. Suelto un suspiro y él me mira por un segundo.

- ¿Cómo la pasaste, Meli? - Me quedo observando el perfil de Jared, se ve tan guapo esta noche, su cabello se encuentra revuelto, tiene los tres primeros botones de su camisa sueltos dejando ver un poco de su pecho tatuado, cada vez que lo miraba, me quedaba hechizada.

-Bien, estuve muy contenta.

-Me alegra- Me vuelve a mirar por un segundo y me sonríe- No sabía que bailabas tan bien, me sorprendiste. ¿Dónde aprendiste a bailar?

En ese momento una imagen de mis padres viene a mi cabeza.

-De niña. Antes de que mi padre muriera, él y mamá bailaban cada tarde, mientras yo brincaba alrededor de ellos- Una sonrisa triste se instala en mis rostro al recordar, Jared me toma la mano que está en su pierna y me la aprieta un poco- Tenía cinco años cuando papá falleció en ese accidente, nunca dieron con el hombre que lo hizo salirse de la carretera, mi madre sufrió mucho y no volvió a bailar durante un año, un día le pedí que me enseñara a bailar, ella aceptó después de un rato que le estuve insistiendo, cada tarde ella me enseñaba a bailar y a medida que fui creciendo, me volvía mejor en el baile.

Una lágrima cae por mi mejilla cuando término de contarle a Jared, él estaciona el auto, me toma el rostro con sus manos y me limpia la lágrima, cuando me suelta me doy cuenta de que ya estábamos en frente de su casa. Él se baja primero y rodea el auto para llegar a mí, me saca cargándome en brazos de nuevo, cierra la puerta con su pie y pone el seguro con el mando a distancia.

Cuando entramos a su casa subimos a su cuarto, yo aún en sus brazos, cuando entramos a su habitación me deja en la cama, se acerca a la puerta y la cierra, vuelve y se me acerca, se agacha y me quita los tacones, me sentí como una niña pequeña a quien atienden, deja mis tacones a un lado y se sienta a mi lado, toma mi rostro para poder besarme. Lentamente me echa hacía atrás, hasta que mi espalda toca el colchón. Jared pasa sus dedos por mi escote, su toque hace que mi piel se erice, luego la baja hasta mi cintura donde ahí deja su mano. Cuando nos quedamos sin aire él se separa, se acuesta al lado mío y me atrae más hacía él, lo miro a los ojos y quedo sin aliento, sus ojos color miel me vuelven loca, sus labios son como una droga para mí, Jared me regala una sonrisa y besa la punta de mi nariz.

-Te atraeré una camisa para que puedas cambiarte.

-Gracias- Él se separa de mí y se levanta de la cama. Estar con Jared me hacía la mujer más feliz, cuando me pidió ser su novia y acepté acordamos ir despacio para conocernos más. Me siento en la cama cuando escucho el armario cerrarse, se acerca a mí y me da una camiseta color negra, me levanto de la cama y entro al baño, cuando termino de cambiarme, cojo el cepillo de dientes que dejé aquí para poder usar cuando vengo aquí, también había dejado una muda para poder cambiarme en las mañanas, lo único que me dijo que no trajera, era un pijama ya que le gusta cómo me quedan las camisetas de él, de un cajón del baño saco los pañitos húmedos que Jared me regaló. Cuando salgo del baño, Jared ya está metido en su cama, cuando me ve, palmea el lado vacío de la cama, me acerco y me acuesto junto a él, recuesto mi cabeza en su pecho desnudo, paso el dedo índice de mi mano derecha por todo su pecho, su piel se siente tibia cuando lo toco, Jared pasa una mano por mi pelo y lo acaricia.

- ¿Entonces aprendiste a bailar con tu madre?

-Así es- Suelto un suspiro y sonrío. - ¿Tú donde aprendiste?

-Igual que tú, con mi madre. Cada vez que la familia hacia una fiesta para celebrar algo, yo sacaba a bailar a mi madre- Él se ríe un poco, su mano sigue haciéndome caricias en el cuero cabelludo y siento que el sueño se apodera de mí. - A pesar de que no sabía bailar, ella me decía que lo hacía bien.

-Que tierna tu madre.

-De hecho, de joven pensaba dedicarme al baile cuando aprendí, hasta que un día escuche a mis padres hablar sobre unos diseños para una obra que iban a mandar hacer y me interesé, le pedí que me enseñara y al final me llamó totalmente la atención la arquitectura, la estudie y ahora soy dueño de la empresa que fundaron mis padres.

En ese momento recordé las palabras del rector de la universidad, me incorporé un poco de la cama para poder observar a Jared. Él estaba sonriendo mientras miraba al techo, cuando sintió mi mirada, sus ojos me miraron fijamente, acarició mi rostro con su mano y después me abrazo un poco más.

- ¿Recuerdas lo que dijo el director en la ceremonia? - Le pregunté mientras miraba su rostro a través de la oscuridad.

- ¿Lo de los cinco mejores estudiantes? - Asentí- ¿Qué pasa?

-Me quedé pensando en la propuesta, quien sabe a dónde me enviarán.

Jared me sonrió de medio lado, soltó un suspiro y hablo.

-Ojalá la suerte este de nuestro lado y te toque trabajar en mi empresa, así podré tenerte más cerca de mí. - Tira un poco de mí, hasta que mi pecho queda contra el suyo, besa la punta de mi nariz y yo solo puedo sonreír como una niña pequeña.

-Hay que esperar a que me llegue el correo. - Le contesto sonriente.

-Seré paciente, pero más tarde te invito a desayunar.

-Acepto, pero yo también te invito a almorzar.

-Acepto- Chocamos nuestras manos cerrando el trato, vuelvo a recostar mi cabeza en su pecho y él vuelve a acariciarme el cabello.

-Ahora que me acuerdo- Suelto una risita recordando a Jared cantando en el auto. - Deberías tomar clases de canto, te vendría bien. - Nos reímos al tiempo cuando termino de hablar.

-Me ofendes, estoy seguro de que, si voy a un concurso de canto, gano. - Suelto una carcajada disfrutando el momento.

-Claro, lo único que ganarás es que te saquen por cantar tan desafinado.

-Eres muy mala, cariño- Me dejo de reír al escuchar cómo me dijo, mi corazón se acelera de felicidad, me acerco a su rostro y lo beso, Jared mete su lengua en mi boca y yo la recibo con gusto, baja su mano hasta mi pierna derecha, la agarra y la sube hasta su pelvis y ahí acaricia mi muslo. Al separarnos Jared me sonríe mostrándome su linda dentadura.

-Solo soy sincera, que es diferente- Miro mis uñas para evitar su mirada, él se ríe con fuerza y me contagia la risa.

-Disfruto tanto tu compañía, Meli.

-Y yo la tuya- Le doy un beso rápido y le acaricio el rostro, sus ojos se ven brillantes en la oscuridad, bajo mi mano hasta su pecho tatuado y trazo círculos en ahí.

Ya estaba amaneciendo y decidimos dormir un rato, recosté mi cabeza en su pecho y él me abrazo acercándome todo lo posible a él, bajó una mano hasta mi pierna que reposaba en la suyas y pasó suavemente las yemas de sus dedos en mi piel, a los minutos me quedé dormida en sus brazos disfrutando de su caricia en mi muslo.

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El Arte De AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora