22.

1.4K 91 5
                                    

Jared.

Despertar junto a Meli, es uno de los placeres que creí no volver a sentir. Esta mañana al despertarme y verla dormida boca abajo con solo una sabana cubriéndola de la cintura para abajo. Dormida se ve tan bella, sus labios rosados entre abiertos su cabello tan negro como la noche alborotado, sus pestañas largas curvadas hacia arriba y su nariz perfecta.

–Te perdí, amigo.– Samuel había venido a mi oficina para hablar– Pero me alegra que por fin hayas encontrado una chica tan especial como Melanie.

–Lo sé– La imagen de Meli sonriendo se instala en mi mente– Pienso lo mismo, ella es especial.

El castaño de mi amigo pone ambas manos a un lado de su cara como quinceañera.

–El amor.– Samuel suspira y sonrie.  Le lanzo una bola de papel que aterriza en su cara– ¿Por qué tienes que ser tan agresivo conmigo?

–¿Por qué tienes que ser tan dramático?

–Yo me alimento del drama, como amigo mío ya deberías saberlo.

–Lo sé, la verdad no se porque te aguanto.

Hago cara de cansancio y Samuel me mira mal.

–Porque me amas.

–Solo Dios sabe que karma estoy pagando contigo, Samuel.

–Estoy herido.

Mi mejor amigo se limpia una lágrima falsa. Le lanzo un beso burlandome, él lo coge con la mano y se la pone en el pecho. Miro unos papeles que tengo encima del escritorio. En la tarde habrá una reunión para ir viendo los diseños para el concurso.

–¿Cuándo abrirás el nuevo bar?

–De pronto esta semana. ¿Me ayudarás?

–Claro, me dices que día y a que horas y salgo temprano.

–Gracias, viejo. Por cierto, ¿cómo van tus papás?

–Bien, los he llamado para saber como estan y me siguen con el cuento de hacer un hermanito.

Samuel suelta una carcajada y niega.

–Estan locos tus padres.

–Solo quieren molestarme, eso creo.

–Si llegan antes, lo sabremos.

–Ojalá no.

–Ya averiguaremos, por ahora me voy, tengo que comprar vasos para el bar.

Me levanto de la silla y me acerco a Samuel y le doy un abrazo rápido.

–Chao, hermano.

–Adiós, Jared.

***

Me encuentro bajando en el ascensor para ir a la cafetería por un café, en diez minutos iniciará la reunión, iba acompañado de una abuela que se dirigía al primer piso, esa una señora bajita, lentes redondos y pelo totalmente blanco con un poquito de rosado, nunca había visto a una anciana con el pelo rosado. Cuando las puertas se abrieron en el segundo piso me despedí de la señora con un movimiento de mano y ella me sonrió.

El Arte De AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora