23.

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Me levanto con un dolor punzante en la pelvis.

Maldición.

Sabía que significa eso, la menstruación. Me levanto con cuidado para no despertar a Jared, me dirijo al baño, abro un cajón y veo que sólo tengo una toallita, será mejor bañarme de una vez. Me desnudo y entro a la ducha, abro la llave para que el agua me salga tibia y dejo que mi cuerpo se moje totalmente. Cuando termino de bañarme, salgo del baño para buscar ropa interior, cuando la tengo en la mano vuelvo al baño, me pongo el panti, después la toalla y el brassier. Me cepillo los dientes y recojo mi cabello. Unos golpes en la puerta me distraen.

–¿Meli, estás bien?

–Sí, cariño.

–Vi sangre en la sabana y me preocupé.

–Carajo– Murmuro para mi misma y abro la puerta para salir– estoy en mis días.

–Entiendo.

Jared no despega su mirada de mi, saco la sabana de cubre el colchón, la hago bola y la dejo en el piso para ahorita bajarla. Los cólicos empiezan a aumentar el dolor y me paso las manos por la cara.

–Permiso.

Corro a Jared de mi camino y abro el armario para vestirme con algo cómodo mientras es la hora de irme, saco una de sus camisas y me la pongo, vuelvo a pasar por su lado, recojo la sabana y salgo de la habitación. Bajo las escaleras, entro por un pasillo hasta la habitación de lavado, enciendo la lavadora y meto la sabana junto con mi ropa de dormir sucia. Suelto un suspiro y salgo para comer algo.

–Malditos cólicos, maldita mañana.

Entro a la cocina y saco cereal junto con yogurth. Sirvo en un tazón y me siento en la en la encimera para empezar a comer. Tengo que comprar una pastilla o este dolor me va a matar.

–Buenos días, bonita.

–No tiene nada de buenos.

Sigo masticando mi desayuno mirando a Jared, este sonríe de medio lado, se acerca a mi, toma mi rostro entre sus manos y besa mi frente.

–Son buenos para mi, porque estas conmigo.

Lo miro con ternura, dejo a un lado mi tazón ya vacío y le doy un beso rápido.

–Lo siento, es que estos cólicos me matan.

–No te preocupes– Él vuelve a besarme y se separa de mi, saca su celular y teclea algo– Llamaré a la farmacia para que traigan unas pastillas. ¿Necesitas algo más?

–Toallas, por favor.

Jared asiente y se pone el celular en la oreja, cuando le contestan pide lo que necesito y cuelga cuando da la direccion.

–Ya viene en camino.

–Gracias.

Saco mis labios como si fuera un pato y él se acerca a mi y me besa. Paso mis manos por su abdomen desnudo, subo hasta su pecho tatuado y me detengo en su cuello.

–Aún no me has dado mi beso de buenos días.

Abro un poco mis piernas para que se pueda acomodar y termino de acercar su rostro al mío para poder besarlo. Es beso empieza lento y va subiendo cada segundo que pasa, recuerdo mi situación y me separo de él pegando nuestras frentes.

–¿Quieres qué te sirva cereal?– Pregunto mirándolo a los ojos. Sus ojos color miel que tanto me encantan y me dejan atrapada cada vez que los miro.

–Yo me sirvo, gracias.

Jared se separa de mi, coge el tazón donde comí y lo pone en el lava platos, busca un tazón limpio y sirve cereal con yogurt. Se recuesta en el mesón y su mirada no se aparta de la mía. Paso mi mirada de pies a cabeza detallando todo su cuerpo, los recuerdos de ayer en la tarde en su oficina hacen que aparte mi mirada de su cuerpo, las otras ocasiones también vienen a mi mente y es ahí donde recuerdo algo.

El Arte De AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora