26.

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Hoy es miércoles veinte de Julio, cumpleaños de mi madre. No he podido dormir bien, volví a tener el mismo sueño de la otra vez, pero por suerte pude despertarme a tiempo, aún no a amenecido, decido bajar al patio para dejar de dar vueltas y no depserta a Jared. Bajo las escaleras, deslizo la puerta y salgo al patio, me siento cerca de la orilla de la piscina pegando mis piernas a mi pecho. Ayer después de que salimos del trabajo vinimos directamente hacía acá ya que él quería hacerme la cena, después de cenar y varias sesiones de sexo, Jared quedó profundamente dormido. Suelto un suspiro y el recuerdo del último cumpleaños de mi madre llega a mi mente.

-¡Feliz cumpleaños, mami!– Entro a su cuarto con una bandeja con comida para las dos. Me acerco a su cama y pongo la bandeja en la mesa de noche.

–Gracias, hija.

Mi madre me mira con tanta dulzura que mi corazón brinca de felicidad al verla sonreír. Le doy un beso en su frente y le largo un plato con fruta y panqueques.

Sonrío ante el recuerdo y me acuesto en el piso mirando fijamente el cielo. Suspiro y me paso las manos por el rostro limpiandome las lagrimas. Sigo pensando en ese día y una sonrisa triste se instala en mi cara.

Hoy te llevaré de compras y después almorzaremos en un restaurante.

–No es necesario, hija.

–Sí es necesario, quiero que la pases muy bien hoy. Así que ve a bañarte.

–¿Desde cuándo mi hija me manda a bañar?

Mi madre se levanta riendo y acaricia mi mejilla cuando pasa por mi lado, ella entra al baño cerrando la puerta, me levanto y recojo los platos para lavarlos. Lavo todo y lo dejo en su lugar, cuando termino subo a mi habitación para poder alistarme.

Cuando las dos estuvimos listas, salimos directo a un centro comercial. Entramos a varios locales para que ella pudiera comprar lo que le gustara, había estado ahorrando todo lo que pude para darle un día especial. Cuando compro lo que quizo entramos a un local de zapatos, mi madre se midió varios estilos hasta que eligió unos tacones rosa.  Cuando llegó la tarde fuimos a almorzar, comimos entre risas pasandola muy bien.

–Te amo, hija.

–Te amo más, mami.

–Gracias por todo esto.

Tomo su mano por encima de la mesa y beso sus nudillos. Ella me sonríe con ternura.

–Te mereces esto y mucho más, madre.

El resto del día la pasamos yendo de un lado a otro, comimos helados, dulces hasta no poder más, en la noche ordenamos comida y vimos películas hasta la madrugada.

El recuerdo de mi madre riendo se cuela por mi mente. Hoy más que nunca me hace falta, pensar que no podremos ir a la playa como teníamos planeado me parte el corazón. Sigo mirando el cielo como si ella pudiera verme desde arriba. Cierro mis ojos respirando hondo, millones de recuerdos con ella vienen a mi mente, sigo con las ojos cerrados sintiendo la brisa fresca de la madrugada hasta que me quedo dormida en el piso.

***

Me remuevo un poco y ya no siento el piso en donde me había quedado dormida, estiro mis brazos y cuerpo sintiendo la suavidad de las sabanas. Abro mis ojos lentamente, busco con la mirada a Jared, mis ojos caen en la puerta del baño abierta, agudizo mi oído y al no oír el agua caer me siento en la cama. Me paso las manos por la cara y luego por mi cabello, me levanto y entro al baño, al verme al espejo noto que mis ojos están un poco hinchados, cepillo mis dientes y cara para después salir, busco mi celular y lo encuentro en la mesita de noche, miro la hora y me sorprendo, ya es medio día, no había ido al trabajo.

El Arte De AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora