Knock Out

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Son las 8:17 cuando abro los ojos. La sensación de molestia en mi pecho a la cual aún no me acostumbro me hace poner una cara de malestar.

Alargo la mano, tomo el teléfono y el control remoto para poner lo primero que encuentre mientras veo las redes sociales. Miro de reojo la laptop y pienso que esa manía de encender la televisión para no sentirme tan sola en casa a veces me funciona; esta vez espero que lo haga.

Casi no hay novedad en las redes y en los chats, todo dentro de lo habitual: uno que otro insoportable de esos que ponen "hola preciosa" a pesar de ignorarlos mil veces, de esos que van directamente a los chats archivados; una chica que subía una foto por y para todo; una que otra solicitud, de esas que no pienso responder.

Bloqueo el teléfono, me quedo tirada en la cama, solo sintiendo la molestia en el pecho. A pesar de querer escribir algo, el dolor y el desánimo no me permiten pararme ni querer abrir los ojos.

«Que jodida es la soledad» pienso, sin duda alguna estoy en uno de esos momentos de vacío que no sé cómo expresar con palabras.

Al fondo se escuchan las caricaturas y pienso que quizás hoy sea uno de esos episodios de relleno de mi historia.

El sonido de una notificación en el teléfono me hace abrir los ojos de repente. Puede que tal vez sea un insoportable más y mientras tomo el teléfono ya voy armando la respuesta para darle un knock out y que deje la insistencia. Pero para mi sorpresa no es así.

"Hola", dice el mensaje, junto con un nombre que me hace abrir aún más los ojos y me acelera los latidos. El knock out fue para mí.

Max. Es lo que menos siento que podría enfrentar en estos momentos. Siento como mi garganta se va cerrando y mis manos sudan sin parar. El dolor de pecho arreció.

Pienso en no contestar, pero algo parece activar mi impulso de idiotez y abro la conversación rápidamente, ignorando la sensatez y la lógica de mis ideas.

- Hola- respondo, tratando de ocultar los nervios que sin saber por qué, se apoderaron de mí.

- ¿Cómo estás?

- Bien- miento, para no tener que darle detalles.

- Qué bueno. Creía que me estabas evadiendo- escribió el, tan directo como un gancho al hígado.

- No, ¿cómo crees? - sigo mintiendo, sabiendo bien que él parece tener la capacidad de leerme la mente.

- Bueno pues sólo decía. ¿Cómo has estado?

- Normal- digo, como si sentirme decaída fuese la nueva normalidad. - ¿Y tú?

- Que bueno. Yo he estado pensando en ti- eso me sorprende aún más.

- ¿Ah sí? - pregunto tratando de ocultar la emoción que me causa leer eso. Pero al mismo tiempo me ataca la ansiedad. - ¿Y eso?

- Es que tengo unos días sin verte.

- Sí, unos cuantos.

Ya sé lo que eso significa. Él intenta buscarme el lado, es un chico bueno.

El lleva un tiempo buscando tener algo conmigo, pero siempre parece haber algo que me evita dar el próximo paso.

- Bueno, ¿y cuando nos vamos a ver?

- Pronto, pronto- respondo tratando de evadir verlo porque en persona se daría cuanta que algo me pasa con él.

- ¿Ves que si me evades? Jajaja

- Que no lo hago.

- ¿Pues nos vemos hoy?

- No, hoy no puedo.

Claro que puedo, no tengo nada más que hacer que quedarme acostada con la televisión prendida.

- Tienes razón, pues el sábado será.

- Eeeh, ya veremos.

- No fue una pregunta. Nos vemos el sábado.

Nunca me ha gustado sentir que me dan órdenes, pero tampoco fue una, y una parte mía lo quiere ver a cada rato.

- Está bien- respondo casi como autómata.

Me doy cuenta que quizás él esté dispuesto a seguir intentando las cosas conmigo, pero no sé exactamente hasta qué punto.

Solo espero que esta vezlas cosas fluyan mejor; que ese "algo" que me detiene no siga ahí. Que loserrores de los pasados de ambos nos dejen en paz. Y pienso que tal vez lassesiones de terapia me podrían ayudar en ese aspecto también.

DesnudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora