Aviso

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- ¡Aló! - escucho la voz de Madeline al otro lado.

- De verdad te gusta despertarme, eh- digo con la voz ronca.

- Bueno, es que voy al trabajo y te lo quería avisar antes que se me pase.

- ¿El qué?

- Te dije que pronto tendría de vacaciones y bueno, pues saldré este jueves y pasaré por tu casa el viernes.

- ¡Sí! ¿Pero qué dices si mejor vienes todo el fin de semana?

- Bueno, ya que insistes, jajaja.

- Será genial, ya quiero que vengas.

- Así hacemos pijamada y nos tomamos esa botella que no me quieres dar. Te dejo, que ya voy llegando al trabajo.

- Vale, que aquí te espero.

Esa llamada me alegra la mañana y me hace tener un objetivo: limpiar todo antes que ella llegue para disfrutar nuestro fin de semana juntas.

Ya ni recuerdo bien el día que nos conocimos, solo sé que con el tiempo nos hemos vuelto mejores amigas y nos tratamos como hermanas. Nos confiamos algunos secretos que solo nosotras sabemos.

Y creo que allí reside parte de la magia de la amistad, que no tienes que ver a tus amigos todos los días, muchas veces cada quien tiene sus asuntos, pero una vez que se juntan se dan cuenta que nada ha cambiado, que toda esa confianza puede incluso aumentar con el paso de los días sin necesidad de saberlo todo.

Hay personas que se vuelven más cercanas que algunos que dicen ser familiares o vecinos, que solo saben buscarte cuando te necesitan pero que en los momentos cruciales ni siquiera se asoman.

A esos, que muchas veces se preocupan hasta más de lo que quisiéramos pensar es que hay que conservar y tratar de darles lo mejor de nosotros, porque muchas veces nos rescatan de nosotros mismos.

DesnudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora