Indecisión

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Una mañana más; me levanto aun sintiendo la molestia en el pecho; dándole vueltas en mi mente a tantas ideas que tengo. Tengo una ligera molestia en la cabeza. Ojalá la migraña no se asome hoy.

Busco la manera de expresar lo que siento, pero por ratos mi interior se nubla y llueve a cántaros a través de mis ojos; me siento ofuscada.

Chequeo los chats en el teléfono, indecisa. No sé qué hacer con Max y ya hemos quedado de salir.

Al pensar mi corazón se comienza a acelerar y el ánimo ya va con rumbo a bajarme de nuevo.

Recuerdo que en la tarde me toca cita con la psicóloga así que me pongo a buscar una blusa y un pantalón. Busco en el closet algo de color negro; puede que me venga bien, dado el bajón emocional que estoy sintiendo.

Comienzo a pensar en Max. Es un tanto raro que alguien que conocí hace relativamente poco haya llegado a significar tanto en mi vida.

No es que seamos pareja, de hecho, es algo que no sé bien cómo definir: salimos, nos agarramos las manos, hay uno que otro beso. Lo sé, puede ser extraño, viniendo de alguien tan seca como yo. Pero me motiva a hacerlo, a darle cariño, ese que nunca antes he podido expresar.

Lo cierto es que con él tiempo se ha ganado mi corazón, o lo que sea que es esto que tengo en el lado oscuro izquierdo de mi pecho.

Ha llegado sin darme cuenta, sin esperarlo, sin darme tiempo a asimilar como ni cuando me empezó a gustar tanto como para dar pasos hacia su lado del camino.

Es alguien sencillo, de sonrisa un poco estruendosa a veces, pero tan genuina y tan contagiosa que me hace reír también. O al menos poner esa cara de idiota que me caracteriza.

De su pasado no sé tanto, solo lo que me ha hecho saber. De su familia solo sé que vive con su madre y siempre que quiero tocar el tema de su padre se me hace difícil o pone algún otro tema. Supongo que algún día, si así lo desea, me terminará por contar. Mientras tanto no le apresuro.

No quiero hablar de sus ojos, de su sonrisa, de sus mejillas o de su cuerpo, que sin ser perfecto me vuelve loca y que sin intentarlo hace que me imagine todo un mundo para descubrir a su lado.

Puede que me haya dicho cosas fuertes o que su estilo, muy directo, me haya hecho guardar silencio cuando me dice las cosas a la cara o por el chat.

He visto su lado duro, lo admito. Pero no es porque sea malo o indolente, todo lo contrario. Es alguien muy sensible y creo que a veces se esconde tras una armadura porque debe ser fuerte para sí mismo y para que su mamá no le vea mal.

Debo decir que también he llorado, pero no porque me diga nada malo; sino porque le veo tan bueno que a veces siento no ser suficiente y me decepciono. Me hace trizas sentir que alguien que solo ha sabido llegar a iluminar mi vida no pueda ver que trato de ser tan buena como no he sido antes con nadie más.

Me molesta el hecho de que no sepa en realidad cómo yo le veo, que no sepa que guardo tantas cosas en mi interior para darle y decirle que a veces solo me quedo viéndole a la cara con cara de perdida.

Cuanto quisiera que pueda entender que siento que hay algo que me ata, que no me deja ser libre. Que algo me estanca y no sé bien lo que es. Que siento que para estar con él mi peor obstáculo soy yo y eso me sabotea todos los planes.

Porque con el solo siento que he crecido y he aprendido a hacer nuevas cosas que me dan vida.

Siento algo en los ojos que ya brota y me hace volver a la realidad. He vuelto a llorar, pero esta vez me hago la promesa de que no me daré por vencida. Mucho menos dejare de intentar ser mejor. No por él, sino por mí. Porque merezco darme la oportunidad de avanzar y de intentar las cosas en serio con este ángel que la vida me ha enviado para que abra los ojos y el corazón de una vez por todas.

Así que me seco las lágrimas y me doy una ducha de esas en las que el tiempo se detiene.

Necesito levantarme delsuelo, limpiarme las heridas y seguir. Ya sé que nadie más lo hará por mí.

DesnudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora