Prologo.

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—¡Suéltenla! —espeto abriendo las enormes puertas de roble— ¡aléjense de ella! —ordeno, Raditz y Nappa obedecen.

Se alejan de la peliazul que está llorando tirada en el suelo, llena de mugre, sangre y golpes.

—Lo siento, jefe, solo queríamos probarla —responde gracioso Nappa pasándose la lengua por el labio inferior.

Aprieto los puños al ver tal situación, su ropa está desgarrada, suplicando por ayuda, sus pies y manos atadas por cadenas.

—Ahorita mismo la llevamos a otra parte si es que le molesta el ruido —dice Raditz.

Le dirijo una mirada asesina, se encoge de hombros en su lugar.

—Quiero que la lleven a mi alcoba, que la bañen y vistan —ordeno, ambos abren los ojos de par en par sorprendidos— ¿acaso no escuchan? —les recrimino.

—Como usted ordene —se apresuran a soltarla de las cadenas.

—¡No me toquen! —grita horrorizada la que yace en el suelo.

—Si la tocan, los mato —digo y salgo de ahí sin voltear a tras.

《De ahora en adelante ella será mía 》

𝑳𝒂 𝑴𝒂𝒇𝒊𝒂 𝑱𝒂𝒑𝒐𝒏𝒆𝒔𝒂 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora