Capítulo 11

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Disfrútenlo
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El avión aterriza, muchos hombres con armas nos esperan, levanto la vista al enorme castillo.

La enorme brisa me golpea, estamos en una isla.

《El palacio del Rey Vegeta》

Creí que era solo un mito ¡pero es real! Llevamos años tratando de localizar donde se encuentra y ahora estoy aquí.

Hay muchos rumores sobre el palacio, sobre todo por los científicos locos que trabajan bajo el mando del Príncipe y su padre.

Camino a lado de Vegeta, todos hacen una referencia al pasar a nuestro lado, esto me tiene muy confundida.

—Pink —le habla a la mujer vestida de mucama— enséñale su dormitorio —ordena y sin despedirse se marcha.

—Déjame a mi darle el tur —pide Napa de forma demandante.

Me empujan para que ande, me tratan como una maldita prisionera más.

La impresión es tanto de afuera como de adentro, todos los detalles son de lujo, los pisos adornados con alfombras, el enorme candelabro adorna el techo.

Me empujan hasta llegar a una habitación completamente diferente, todo blanco y con instrumental quirúrgico.

Volteo a ver, varias camillas y sillas están siendo ocupados por mujeres desnudas, conectadas a varias mangueras, se ven mal, muy mal.

《¿Ese es mi destino?》

Trago en seco. Me atan bruscamente a una silla con lazos.

—Hay que abrirla —anuncia un pelinegro de ojos azules, igualito a la chica rubia.

Mi corazón comienza a bombear sangre más de lo debido.

—Excelente idea, 17 —responde Nappa con una sonrisa— ¡Pink! ¡Trae los instrumentos!

La misma chica pelirroja de hace un rato entra con una charola de instrumentos médicos.

—Yo quiero ser la primera —entra la rubia— esto será divertido, pero primero tenemos que sacarle información.

—Eso no funcionó con el calvo —responde aburrido 17.

—Ella tiene que darnos algo, no todos los días tienes a la hija del general en tu poder.

Todos abren los ojos de par en par sin creerlo.

《Saben quién soy》

—¿Así que es ella? —pregunta divertido 17.

—¿Acaso nadie leyó el expediente? —pregunta la rubia y todos niegan— hombres —responde rodando los ojos.

Veo como Nappa se acerca a un estante sacando una jeringa.

—¿Sabes que es esto? Por su puesto que lo sabes, es nuestra nueva droga —dice el calvo comenzando a pasearse por la habitación— DX, es una droga altamente adictiva, más que ninguna otra, vuelve a los consumidores dependientes de nuestra mercancía haciéndonos ganar millones de dinero -acerca la jeringa a mi rostro y solo me alejo- te convertiremos en una adicta de por vida, esto siempre estará en tu sistema.

Acerca la aguja a mi cuello y lo único que hago es cerrar los ojos esperando lo peor.

—Baja eso —exige y hace que todos se enderezan en su lugar, Nappa palidece.

—Príncipe Vegeta —habla la rubia— ¿qué.. que hace aquí?

—Veo que empezaron sin mí —la ignora y se sienta enfrente de mi.

No sé si sentirme aliviada o más asustada aún.

—¿Así es como le dan la bienvenida a mi invitada? —les pregunta con dureza sin quitarme los ojos de encima.

—N...no sabíamos que aún la quería —titubea el calvo— pensé que iba a ser sujeto de prueba.

—Primera y última vez que hacen algo así sin mi consentimiento —dice levantándose— Pink, haz lo que te dije si no quieres morir.

Nappa me dirige una mirada rabiosa antes de irse con el pelinegro.

—Lastima, quería divertirme —volteo hacia 17 que me desata— será otro día.

Sígame señora —pide y sin rechistar la sigo por todo el palacio— esta será su habitación de ahora en adelante.

《¿Señora? ¡¿A quién le dijo señora?!》

Dice y abre un puerta con una gran habitación, todo decorado y enorme.

El palacio del Rey Vegeta no era un mito después de todo, si es así aprovecharé por espiar todos y cada uno de los rincones.

Esta es su ropa —habré un enorme armario lleno de ropa, lastimosamente no de mi gusto.

—Muchas gracias —agradezco.

Me quedo sola en la habitación, la vista es espectacular pero me han dejado encerrada.

Las horas pasan y no encuentro nada para comunicarme con mi padre, la melancolía me invade.

Sé que todos los que están afuera de esta habitación me quieren matar, me lo han dejado claro.

El sonido de la cerradura me saca de mis pensamientos, la puerta se abre dejando ver al Adonis de pelo negro.

Su mirada se posa en mi y me recorre de pies a cabeza haciéndome estremecer.

—¿Qué es lo que me harán? —le pregunto temerosa.

Me ignora y comienza a desvestirse, los músculos de su espalda quedan expuestos.

《Se ve tan apetecible》

Niego frenéticamente para alejar esos pensamientos de mi mente.

—Tengo todo un imperio que atender y no tengo tiempo para perderlo en este tipo de conversaciones.

Entra al baño, el sonido del agua cayendo no tarda en llegar.

Al poco tiempo sale con una toalla enredada en la cadera.

—Tienes que hacer lo que te pida ¿de acuerdo? —su voz me intimida.

Asiento no muy convencida.

—Desnúdate —ordena.

—No lo haré —respondo abrazándome a mi misma.

—Mira, pequeña —se acerca quedando a centímetros de mi rostro me agarra por la nuca para que no me aleje— lo harás por las buenas o por las malas, de ti depende si quieres ser tratada como una princesa o como un prisionera.

Contesta enojado, las lágrimas me llenan los ojos y comienzo a quitarme la ropa poco a poco.

《Esto apenas está empezando》



𝑳𝒂 𝑴𝒂𝒇𝒊𝒂 𝑱𝒂𝒑𝒐𝒏𝒆𝒔𝒂 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora