𝑳𝒂 𝑴𝒂𝒇𝒊𝒂 𝑱𝒂𝒑𝒐𝒏𝒆𝒔𝒂 ✔

Capítulo 33

Abordamos el Jet, esta decidido, hoy me escapo.

Vegeta está plácidamente sentado con los ojos cerrados en el acolchonado asiento.

《¿Este será el último día que le vea?》

—Oye… Vegeta —abre un solo ojo viéndome.

A pesar de que sea un maldito mafioso, no puedo olvidar todos los buenos momentos que pasamos juntos.

《Que ilusa soy, hasta pensé en tener una familia con él》

Me acerco lentamente, contemplando sus facciones varoniles que ha heredado, me siento en sus piernas acariciando su cabello que incluso podría decir que es más sedoso que el mío.

《¿Por qué tenía que enamorarme de el Rey de la Mafia?》

—¿Ocurre algo? —pregunta confuso ahora con ambos ojos abiertos.

—Nada… todavía —susurro lo último.

Si esta va a ser la última vez que estemos juntos, quiero aprovecharla.

—Eres muy guapo ¿sabías? —sonrío como tonta— demasiado realmente.

Abre la boca para responder y aprovecho para besarlo… lo devoro completo, como si no pudiera tener más de él, sabe tan bien que me es imposible alejarme. Sus manos se envuelven en mi pequeña cintura evitando que me aleje.

—Oh, joder —gruñe acercándome más.

Mira sobre mi hombro y mueve la cabeza ligera y rápidamente, miro donde él miró  veo como Napa y Raditz se van hasta el final del Jet, cierran la cortina y después se escucha como abren y cierran la puerta de la alcoba.

—No entiendo como logras ponerme tan duro en tan poco tiempo —comenta y ahora él ataca mis labios.

Agarra mi mano y la coloca sobre su dura erección, la comienzo a frotar sintiendo su dureza.

—Necesito estar dentro de ti con desesperación —dice con tono socarrón—. Pero me encantará follarte la boca después. Me lo debes.

Una poderosa palpitación estalla en mi sexo cuando se agacha, me envuelve la cintura con el brazo, se sube a la pequeña mesa que está enfrente y me coloca cuidadosamente debajo de él. Me abre los muslos con la rodilla y se acomoda entre ellos, con los antebrazos a ambos lados de mi cabeza y mirándome con ojos tiernos. Siento ganas de llorar.

Mis planes de alejarme se están desvaneciendo, ¡no! ¡debo de ser fuerte!

—Eres tan hermosa y por eso te follare aquí mismo —dice con voz suave pero firme— eso quieres ¿no?

Sé que tengo que contestar. Niego con la cabeza y lo agarro de los hombros.

—Quiero que me contestes, Bulma —susurra.

Levanta mi falda para después romper mi tanga, escucho como se baja la cremallera… joder, el calor se intensifica cada vez más.

La gruesa punta de su erección me presiona en la puerta de entrada y me provoca un placer inconmensurable.

—No lo haré —confirmo.

Asiente y me mantiene la mirada mientras se aparta lentamente y empuja hacia adelante para hundirse hasta el fondo en mí. Gimo y me agarro con más fuerza sus hombros al tiempo que me revuelvo debajo de él. La sensación de tenerlo dentro es maravillosa, y pronto me acostumbro a su grosor. Deja escapar un suspiro controlado. En su frente se dibujan arrugas de concentración que brillan empapadas de sudor. Lucho contra la necesidad de contraer los músculos a su alrededor.