Capítulo 4

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Holaa, este capítulo tiene escenas fuertes y subidas de tono, no quiero que nadie se sienta ofendido, se pide la mayor discreción posible.

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Vegeta.


—Solo lo repetiré una vez, general Brief —contesto fastidiado— no quiero ver a ningún policía, ningún agente y ningún militar en las calles de la Capital del Oeste ¿me entiende?

—No será posible, yo no me vendo —dice decidido pero puedo notar el pequeño temblor de su voz.

—¡Mi mercancía pasará por esas calles y más te vale que todo este desierto de esos oficiales idiotas! —mi paciencia está llegando a su fin y nunca trae nada bueno.

Le doy otra calada a mi cigarro para después apagarlo en el cenicero que está sobre el escritorio.

—Yo no negocio con criminales —dice.

—Lo hará si no quiere repercusiones —amenazo y cuelgo.

Nappa y Raditz están de pie al borde de la puerta esperando mis órdenes.

—¿Si pudo convencerlo, jefe? —pregunta el pelinegro.

《¿Convencerlo? Yo no tengo que convencer a nadie, yo solo ordeno y mi palabra es la ley》

—No quiere cooperar —prendo otro cigarro, la nicotina me relaja de alguna forma.

—Hay que amenazarlo con matar a su familia —opina Nappa.

Me recargo en el respaldo de la acolchada silla giratoria.

《Amenazarlo con su familia, eh》

Me toco la barbilla pensando, no estaría mal, haber si así sí coopera el estúpido general, esa organización es como un grano en el culo.

—Bien —acepto y me levanto— lo haremos pero después de mi viaje a Las Vegas —sonrío victorioso— ahí haré unos negocios con los carteles de Latinoamérica. Hasta entonces, esperen mi orden —ambos asienten sumisos.

Toc toc.

—Adelante —ordeno y entra un súbdito.

—Príncipe Vegeta —se aclara la garganta, su cabeza está inclina hacia el frente— el Jet lo esta esperando —sigue sin verme mostrando el debido respeto a su Príncipe.

Es lo que me gusta de este mundo, la mayoría me teme, otros tantos me respetan pero se la piensan más de dos veces si se quieren enfrentar a mi, porque saben que no ganarán.

Salgo de la oficina principal, camino por los pasillos del Palacio, hay un soldado en cada uno de los muros, todos en posiciones firmes y rectos.

Llego hasta la pista privada que poseo, un enorme y lujoso Jet me espera, lo abordo, no tarda mucho en despegar, no vuela muy alto para no ser detectado por los radares internacionales.

《Destino, voy por ti》



***



Pongo un pie en el Palacio, por fin he regresado, cerré tratos con cinco diferentes carteles, me quedé unas semanas más a divertirme en la ciudad del pecado, sin duda alguna me pienso extender hasta ese continente.

—¿Cuáles son las noticias? —le pregunto a Nappa que me espera bajando las escaleras de Jet— ¿Si lograron secuestrar a la hija del Dr. Brief?

Bajo completamente las escaleras, Nappa se remueve incómodo en su lugar, algo me dice que esto no está bien.

Hace tres noches di la orden de secuestrar a la hija del general, necesito mover la mercancía sí o sí.

—¡Habla! —lo regaño.

—Pues, vera —su susurro es casi inaudible.

—¡Déjate de balbuceos y ve al grano! —odio a la gente incompetente y él lo sabe, por su bien más le vale que haya salido todo tal cual lo planee.

—Mande a Toma y Toteppo a que la capturaran —empieza a hablar nerviosamente— el  caso es que no estaba sola, sino con otra chica de su edad, las atacaron pero ellas los derribaron y salieron corriendo —habla más rápido.

—¡¿Qué?! —me altero— ¡¿No pudieron con dos simples terrícolas?! —le grito.

Esto es el colmo de colmos, no cabe dudas de que estoy rodeado de inútiles.

—Más vale que arregles esto —le digo y comienzo a caminar seguido por él.

No dice nada en todo el camino hasta llegar al salón de tronos, rápido se adelanta y me abre la enorme puerta de roble, recorro el largo camino alfombrado tomando asiento en mi trono que está a la derecha del trono del Rey.

《Algún día ese será mi lugar》

—Señor, el prisionero está aquí —anuncia un súbdito.

—Tráiganlo ante mi —me relajo en el trono.

Las puertas se vuelven a abrir, un hombre encadenado por el cuello y manos entra como si fuera un vil animal.

—¿Quién es este? —pregunto aburrido.

—Es miembro de los Guerreros Z, lo encontramos infraganti en los alrededores de la isla —habla el súbdito, me enderezo interesado.

—¿Cómo que por los alrededores de la isla? —pregunto.

Eso sería imposible, esta isla no aparece en ningún mapa, además está demasiado lejos de la civilización.

—Es lo que estamos investigando.

—Nappa —lo llamo— suminístrale una dosis de la DX y hazlo hablar, por las buenas o por las malas.

—¿Puedo usar los ganchos? —sonríe perversamente el calvo.

—Haz lo que quieras —hago un movimiento con la mano para restarle importancia.

El sonido de una puerta hace que voltee a mi derecha, de ella sale una chica de pelo corto rubio y un chico igual que ella pero con cabello azabache.

《¿Ahora que querrán estos idiotas?》

—Nosotros podemos ayudarte —comenta la rubia coquetamente llegando hasta mi.

—¿Ah, si? ¿Cómo? —le pregunto, sus manos comienzan a recorrer mis hombros masajeándolos.

—Podríamos traer a tu presa, a la hija del general —susurra muy cerca de mí oído.

Volteo a verla, esos zafiros que tiene por ojos son impresionantes, tan hipnotizantes   como peligrosos.

Son “Los Gemelos”, máquinas asesinas, desde pequeños recibieron entrenamiento para ser unos Ejecutores, ellos son unos sicópatas que les da placer matar a su victima  poco a poco,  en eso nos parecemos.

—No la quiero muerta —aclaro.

—Y no será así —responde el pelinegro acomodándose el pañuelo rojo que le rodea el cuello— te la traeremos sana y salva.

Los detallo de pies a cabeza, algo traman de eso estoy seguro.

—De acuerdo —acepto.

《Veremos que tan ciertas son las palabras del Androide Número 17 y Androide Número 18》

—Por favor déjenme ir —se escuchan las súplicas, todos volteamos y dirigimos la mirada a un pequeño calvo.

Tiene el uniforme de los Guerreros Z, color naranja con su símbolo, es el tipo que está encadenado.

—Se los juro, yo no sabía nada de esta isla, hace una noche estaba pescando, la tormenta comenzó e hizo que naufragar —cierra los ojos fuertemente mientras habla.

—¿Cuál es tu nombre, enano? —le pregunta Nappa.

—Kri…Krilin, señor —abre los ojos despacio, su mirada se concentra en la rubia.

—Oh, miren a este pequeño —dice 18 mientras hace un mohín— vean estos cachetotes —camina hasta él pellizcándole los cachetes.

—Ahh —se escuchan los quejidos del enano.

—Podríamos divertirnos un rato, antes de ir por la chica misteriosa —se mete 17.

—Si ¿porqué no? —le sigue la rubia.

A veces suelen ser demasiado infantiles para ser unos asesinos a sangre fría.

—¿Qué dice, Príncipe Vegeta? ¿Nos deja? —voltea a verme el pelinegro.

—Pero antes tienen que sacarle la mayor información posible sobre los Guerreros Z —sentencio, todos dan un asentimiento con la cabeza y salen.

𝑳𝒂 𝑴𝒂𝒇𝒊𝒂 𝑱𝒂𝒑𝒐𝒏𝒆𝒔𝒂 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora