Capítulo 20

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Contiene escenas fuertes y subidas de tono, no quiero que nadie se sienta ofendido, se pide la mayor discreción posible.
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Bajo a los calabozos, Pascual, el cenador me espera desnudo y bañado de agua, su esposa e hijas están en un rincón abrazándose mutuamente llenando el lugar de llantos.

-Por favor, Príncipe, no haga esto frente a mis hijas -suplica el hombre.

-De acuerdo, solo porque odio que lloren, Raditz, Nappa, háganse cargo -ambos se miran mutuamente cómplices.

-Jefe, ¿puedo tomar a la señora Pascual? -pregunta Nappa.

-Hagan lo que quieran, pero mañana a primera hora las mocosas deben de estar en un barco rumbo a Estados Unidos -sentencio.

Apuesto que allá pagarán más por un par de coños vírgenes.

-¡No! ¡suéltenlas! -grita la madre cuando la alejan de sus hijas.

-¡Mamá! -gritan las dos niñas de no más de catorce años.

-¡Cállate, perra! -ladra Nappa arrastrando a la mujer por los cabellos llevándosela a la habitación de alado.

-Póngalas en jaulas y suminístrenles una dosis de la DX -les ordena Raditz a unos guardias que se llevan a las niñas mientras gritan.

Los gritos desgarradores de la mujer se escuchan seguido de unos golpes, Raditz igual entra a la otra habitación.

-Me gusta mucho torturar a mis victimas -explico- ¿sabías que tengo una colección de instrumentos para eso? La mayoría son importados desde Alemania, los usaban mucho en la Edad Media -sus ojos me miran llenos de pánico- me gustaría usar contigo El Taburete Sumergible pero usaré La Sierra, tengo que darles un mensaje a los que creen que robarme no trae consecuencia alguna.

Cuatro de mis hombres cargan dicho aparato colocándolo al centro del calabozo.

-¡Haré lo que quiera, pero no me mate! -vocifera.

-Debiste de pensarlo antes de tomar mi dinero. Átenlo.

Lo atan en posición invertida en el polín de madera.

-Así no morirás de sangrado ni perderás la consciencia rápidamente -mis hombres me pasan una sierra de dos manos y la tomo- tal vez mueras cuando la sierra llegue a tu ombligo o pecho.

Paso la sierra entre sus muslos, un subordinado toma el lado opuesto, siento como me tensa cuando el filo de los picos hacen contacto con su piel.

Jalo la sierra contra mi con fuerza hundiéndola en su piel.

-¿Sientes eso? -no dice nada, solo grita y se retuerce- es el dolor de la traición -ahora empujo la herramienta enterrándola más.

Los gritos de su esposa se siguen escuchando, creí que ya se había quedado sin fuerzas para gritar.

-¿Escuchas? -le pregunto- son los gritos de tu esposa al ser follada por dos hombres al mismo tiempo, pide tu ayuda mientras le desgarran el culo -no responde, está tan concentrado en su dolor que no puede pensar en el de otros.

Las practicas aberrantes las disfruto más, las sierra sigue su camino y me deleito viendo su sangre abandonar su cuerpo, sus gritos y suplicas solo me hacen sentirme jodidamente poderoso, su vitalidad se acaba cuando la sierra llega hasta la mitad de su cuerpo.

-Pensé que resistirá más al ser un viejo gordo -digo en voz alta tiene el cuerpo en la Capital del Oeste junto con una bandera Sayayin -ordeno y rápido obedecen mis ordenes.

𝑳𝒂 𝑴𝒂𝒇𝒊𝒂 𝑱𝒂𝒑𝒐𝒏𝒆𝒔𝒂 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora