Capítulo 32

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Contiene escenas fuertes y subidas de tono, no quiero que nadie se sienta ofendido, se pide la mayor discreción posible.
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Camino deprisa por el sótano, la luz escasa hace que me tropiece a cada rato.

Unos murmullo delirantes se escuchan y lloriqueos también, trato de seguir el ruido hasta dar con una pared, paseo mis manos por la frialdad de esta. Desde que me enteré esta mañana que tenían mujeres encerradas en la mansión, no he parado de buscarlas. Sigo tocando la pared hasta toparme con una estatua de no más de diez centímetros, la jalo hacia abajo y milagrosamente la pared se abre.

Veo rostros de muchas personas, mujeres sobre todo, llorando ensangrentadas, me es difícil distinguirlas entre tanta oscuridad.

—Mamá, quiero a mi mamá —se escucha la voz de un niño.

—¿Quién dijo eso? —pregunto y todas se encogen miedosas en su lugar.

—Ha sido él —dice una chica como de 16 años de edad cargando a un niño de ocho años más o menos.

Extiendo mis brazos y cargo al pequeño que está todo lleno de tierra.

—Ya pequeño, no temas —trato de tranquilizarlo.

De repente todas comienzan a empujarse para retroceder, volteo encontrándome con más de ocho hombres enormes, apuesto que me sacan como dos reglas de treinta centímetros. Una mujer de mi estatura los lidera.

—Reina mía —dice arrodillándose frente a mí, sus hombre hacen lo mismo.

—¿Qué es esto? —pregunto enojada, el niño comienza a llorar.

—No debería estar aquí —dice aún sin verme— la escoltaré a su alcoba —se levanta al igual que los demás.

—Te hice una pregunta —digo firme.

—Mercancía —responde— en unos días serán llevadas a Europa para que trabajen de prostitutas —responde y oigo los lamentos a mi espalda.

—Eso no será, quiero que ya mismo las liberen —ordeno.

—Me temo que eso no se puede hacer —les dirige una mirada a sus hombres— por favor, escoltan a la Reina.

Dos sujetos se me acercan pero extiendo mi mano para que se detengan.

—No —sentencio— les he dado una orden.

—Oh, querida —la voz de Frezeer inunda el lugar— ellos siguen mis órdenes, no las tuyas —responde con altanería.

Si algo he aprendido es que aquí la monarquía se respeta y yo tengo mucho más poder que él.

—He dado una orden —vuelvo a repetir fríamente.

—Uh, vaya, Bulma, no sabía que le habías tomado gusto a esto —responde y pasea su mirada por las chicas que tengo atrás— ¿las quieres? Te las regalo, tómalo como un regalo de bodas, así puedes ponerlas a trabajar en tus burdeles —responde y juro que sus ojos se han tornado más oscuros— y por este chiquitín te darán millones de dólares —dice dándole una pequeña caricia al niño, en la nariz con su dedo índice.

—Es muy pequeño —digo con un hilo de voz.

—Créeme que eso ha ello les importa, y mucho.

—¿A…quien? —pregunto y miro al niño que ya se ha calmado— ¿lo darán en adopción?

—No sea tan ingenua, Reina —responde incrédulo— lo usarán como juguete sexual y lo matarán en el acto, lo violaran hasta cansarse de él, hay mucha gente haya afuera enferma y sedienta por niños con un culo estrecho, tan estrecho que lo desgarraran enseguida —dice divertido, deleitándose con mi reacción.

𝑳𝒂 𝑴𝒂𝒇𝒊𝒂 𝑱𝒂𝒑𝒐𝒏𝒆𝒔𝒂 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora