Capítulo 2

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Holaa, este capítulo tiene escenas fuertes y subidas de tono, no quiero que nadie se sienta ofendido, se pide la mayor discreción posible.

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Vegeta.

La lluvia me empapa, el pequeño callejón solo es alumbrado por una vieja lámpara.

Camino a paso decidido hacia el insecto que está rodeado por mis hombres.

—¿A quién tenemos aquí? —pregunto caminando alrededor de él— al pequeño bastardo de  Carsserale, miembro de las Tropas del Orgullo.

—Cuando mi jefe se entere d…  —lo tomo por el cuello interrumpiéndolo, lo levanto hasta que sus pies dejan de tocar el suelo.

—Eso es lo que quiero —respondo fulminándolo con la mirada— quiero que le digas que deje de meterse en mi territorio, o yo mismo iré y se lo hace saber a golpes.

Lo suelto y cae, se agarra el cuello y comienza a toser. Me volteo caminando por donde vine

—No se quedará  con los brazos cruzados —dice deteniéndome, habla con dificultad— cuando menos te lo esperes te atacara —volteo a verlo— Jiren no tendrá piedad cuando te tenga frente a él.

Una carcajada sale de mi interior contagiando a mis hombres.

—Solo eres un peón más en su tonto juego —le aclaro, me pongo en cuclillas hasta llegar a su altura— mándale  saludos a Jiren de mi parte.

Le doy un puñetazo justo en la mandíbula noqueándolo.

—¿Qué hacemos con él? —pregunta el estúpido de Raditz.

—Háganle llegar el mensaje a la mafia Rusa —contesto simple abandonando el lugar.

***

Las bailarinas comienzan a moverse, me relajo completamente en el sofá de cuero rojo. El club nocturno, uno de mis mejores negocios y lavado de dinero.

—¿Cuáles fueron los daños? —le pregunto al gerente llevándome el vaso de whisky a la boca.

—Solo hubo daños menores, señor —responde miedoso— las columnas y paredes traseras recibieron la mayor parte de los golpes.

Hace un par de noches estuvimos moviendo mercancía, pero fuimos asechados por los Guerreros Z, esos malditos militares. El club fue el que recibió los daños del balaceo.

—De acuerdo —una bailarina morena con antifaz viene hacia acá y se sube en mi mesa comenzando a mover las caderas— largo —me dirijo al gerente.

Hace una pequeña reverencia antes de irse.

La morena me sonríe coquetamente, tiene un conjunto de ropa interior de lentejuelas plateadas que brillan contrastando la pequeña luz  que hay aquí.

Prendo un cigarro dándole una calada.

Se toca y baila para mí, dándome un show privado, baja de la mesa hasta llegar a mi mostrándome todos sus atributos, una golfa profesional, las mejores del país.

𝑳𝒂 𝑴𝒂𝒇𝒊𝒂 𝑱𝒂𝒑𝒐𝒏𝒆𝒔𝒂 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora