CAPITULO 10. - EL PERFUME.

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Xue Yang terminó por fin de vestirse todavía seguia muy enojado, se dió cuenta que su cabello continuaba suelto, eso le hizo recordar lo sucedido y más se enfureció. Pensó que XingChen se excedió  con lo que hizo, era la primera vez que ha estado con alguien de esa manera y  tan vulnerable.   Había confiado en él por completo, jamás pensó que le fallaría, y que nunca sería capaz de vengarse y menos de esa forma.
Se entristeció al recordar lo que pasó, se entregó por completo, creyendo que su compañero lo hacía por el deseo que tenía de estar con él.
Quizás en su ilusión solamente estaba  pensar así, de creer que alguien lo querría, que alguien sintiese amor, y que lo desearan.
¿Quién podría quererlo? se dijo,  Si bien sabía que no valía para nadie, era huérfano, demente y asesino. Aunque odiaba admitirlo muchas veces escuchó como lo llamaban así y le temían  hasta lo repudiaban. Suspiro  profundo, solamente él podía imaginar que un maestro cultivador como XingChen podía llegar a quererlo, es más aún llegar a pensar que se enamoraría y hasta anhelar  compartir su vida juntos.
¡Que tonto e ingenuo! Resultó ser, se recriminó. Pero por más que fuese así nunca lo sabrían. 

Su Daozhang ahora  no era especial como él pensaba, sino  demostró ser como todos los demás.

Sintió un ruido conocido en su estómago, eso le recordó que tenía hambre, pero se reusaba a comer. Era contradictorio como todo él, cada vez que estaba de mal humor o triste no quería hacerlo por más apetito que sintiese. Y ahora sentía las dos cosas. Podía pasar horas e inclusive días, y lo soportaba muy bien. Sin embargo, si estaba de buen humor y feliz  le sucedía todo lo contrario.
 
Miro la habitación de XingChen, y se sentó en la cama no pensaba salir de ahí, hasta que no regresara éste y pudiera decirle todo lo que tenía pensado. Es más lo decepcionado que estaba de él, y si no fuera porqué su corazón ya lo había elegido y no entendía razones, el ya no estaría allí. Pero  la realidad era otra, le dolía de una manera extraña cuando pensaba en irse para siempre de su lado, esa era la verdad  no  tenía el valor suficiente para marcharse, por lo tanto  solo le quedaba la triste resignación de aceptarlo cómo era.

Hacía ya  casi un año que vivían juntos pero nunca estuvo tanto tiempo en su habitación, comenzó a explorar detenidamente todo el lugar observando hasta los más pequeños detalles, porque además de tener  cualidades que eran pocas y defectos que eran muchos, su curiosidad consideraba una de sus virtudes, según él.

XingChen ha sido siempre  muy ordenado y prolijo con sus cosas. Todo en su lugar, aunque no había muchas  aún así estaban ubicados con cautela. Nada parecido a su habitación pensó,  él era desordenado y nunca encontraba nada, principalmente sus caramelos. En ese momento recordó que XingChen  todos los días le regalaba dulces, sonrió con malicia por que podría robarle.  Comenzó a buscar,  deberían  estar guardados por algún lugar,  ya que él pocas veces se iba al mercado,  pero siempre le dejaba caramelos en su cama.
Realizó una búsqueda exaustiva , ya cuando toda su esperanza estaba perdida encontró entre las sábanas dobladas, un baúl pequeño de madera en un rincón bien oculto, despertó su curiosidad y no podía no abrir, ¿Qué pasaría si lo hacía? Absolutamente nada porque XingChen no se merecía su respeto,  después de todo, él es como los demás y decidió que desde ahora en adelante ya no lo respetaría.

Sentándose en la cama nuevamente,   colocó el pequeño baúl sobre su regazo.  Al abrir encontró los caramelos que estaba buscando y algo que llamó su atención, unas hojas escritas y un frasco de perfume. 
En ese momento sintió que la puerta se abría, guardó de inmediato en el mismo lugar donde lo había encontrado.

Era XingChen  quien entró,  observó  su rostro, se encontraba sereno ya no  demostraba  enojo. Sin embargo él sí lo estaba y mucho, pensaba decirle lo decepcionado que se sentía, y que el cultivador quien parecía conocer lo defraudó.

Una Oportunidad Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora