Capítulo 27: La carta

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- ¿Qué hacemos aquí abuelo? – Hoseok cuestionaba al ver que el auto paró frente a una notaría, pero no a una cualquiera, era perteneciente al abogado de su familia.

-Ya estás próximo a cumplir veinte años hijo, tu madre quiere que estemos aquí.

- ¿Mamá? ¿Qué tiene que ver mamá aquí? - la mención de su madre, que ahora se encontraba dormida sobre su cama en su casa, como en los últimos años, lo hizo cuestionarse más.

-Es mejor que entremos- a paso calmado ingresaron al establecimiento, y un hombre los esperaba dentro de una oficina, sentado y con un sobre sellado en sus manos.

-Buen día señor Lee y joven Hoseok- saludó cordialmente, y recibió el saludo de regreso- Veo que le sorprende su visita. Su madre me encargó entregarle una carta antes de que cumpliera los veinte años.

El hombre abrió el sobre del cual sacó unas hojas y un pequeño sobre que extendió hasta el pelinegro. Hoseok, ahora si no entendía nada. ¿Cómo su madre pudo haberle pedido eso? Ella lamentablemente estaba en coma desde hace cuatro años, la situación lo traía muy confundido. Con lentitud empezó a despegar el doblez de la carta para abrirla, pero fue detenido.

-Por favor, hágalo cuando este en un lugar privado, es mejor que sea así  – concluyó el abogado, para dar lectura a las hojas en mano que tenía- Usted, Jung Hoseok, al cumplir la edad de veinte años se hará acreedor de todos los bienes y acciones que le pertenecían a Lee Sun Hee. Podrá hacer uso y valía de todo lo que se le fue heredado como usted mejor lo considere y en el tiempo que lo haga, después de que cumpla la edad requerida. Joven Hoseok antes de que su madre entrara en coma, dejó estipulado esto. Después de leer la carta, su abuelo le hará entender todo. Yo pondré mis servicios a su disposición, para lo que decida hacer después de saber lo que le ocurrió a la señora Lee.

-Gracias- fue lo único que le quedó por decir al pelinegro.

Confundido era poco para lo que estaba. Veía a su abuelo buscando una respuesta. La respuesta que obtuvo fue que en casa hablarían, sobre todo, por lo pronto el mayor le aseguro que todo lo dicho por el notario era cierto.









































Hola mi pequeño Hoseok,

Si tienes esta carta es seguramente porque yo ahora no me encuentre a tu lado. Te explicaré cómo terminé así, mi vida.

Sabes que yo sufría un trastorno de bipolaridad, que estaba controlada. Con el tiempo puede empeorar aun manteniendo un tratamiento. Cada cuerpo reacciona diferente, poco a poco empecé a tener episodios más frecuentes que llegaron a afectar mi desempeño como presidenta en la empresa. Todo hasta que ya no estuve en mis facultades para asumirlo, y fui retirada, fue la mejor decisión. No fue tan malo del todo. Podía pasar más tiempo con tu abuelo y contigo, porque sabía que el puesto quedaría en buenas manos, tu padre. Le di mi apoyo y convencí al abuelo de que le diera el suyo, para que por mayoría de acciones se aprobara su regencia. El primer año fue duro, mi trastorno empeoró y con ello desarrollé nuevos síntomas, por mi poca resistencia me mantenía en cama. Yo ya no tenía facultad de decidir sobre mí misma.

Mi tratamiento consistía de un medicamento inyectable. Se suministra dosis al paciente bajo un cuidado riguroso, ya que si no es la cantidad correcta los efectos son gravemente contraproducentes, entre ellos la dificultad para hablar, caminar o pensar; coma o la misma muerte. En uno de esos momentos en los que estaba lúcida, mientras me inyectaban, tenía los ojos cerrados, pero pude reconocer muy bien la voz de tu padre.

Es duro recordar ese momento incluso ahora, lo que dijo en simples palabras fue que necesitaba que yo ya no tenga voz para revocar su puesto en la empresa, yo me convertí en un obstáculo para él. En una de las visitas de tu abuelo le dije lo que escuché, a los pocos días me confirmó lo que era una verdad que ya estaba prácticamente dicha. Tu padre autorizaba constantemente que me suministraran el doble, a veces el triple de la dosis aun sabiendo de mi débil condición.

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