Capítulo 2 : Smeraldo

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La señora Seeri estaba en el piso con una bala en el costado, los pocos guardias del lugar muertos con mínimo dos agujeros en sus cuerpos. Solo quedaron ilesos nueve entre el tiroteo. El intercambio paró, y los que estaban arrojados en el suelo protegiendo sus cabezas y temblando, poco a poco abrieron los ojos y subieron la mirada.

—¡Levántense ¡— La voz del jefe se alzó y con ella todos los atemorizados restantes no tuvieron otra opción que obedecer—Vean que es lo que sucede cuando no se hace lo que digo, la bella dama a mis pies ya conocía mi proceder, no es así? — 'Púdrete' fue la vaga respuesta que se escuchó de Seeri. Respuesta que hizo enojar a Oh Sung quien con la punta del pie la empujo haciéndola dar vueltas— En fin, fue una pena bella dama, gracias por tu aporte a Magic Shop, en serio tienes muy buena mercancía aquí.... Tomen a los sobrevivientes y métanlos al furgón.

La desesperación se apodero de todos, no sabían si intentar luchar o simplemente dejarse llevar. Las mujeres fueron las que no opusieron la más mínima resistencia, en su posición no había mucho por hacer. Entre los chicos que estaban siendo transportados fuera del local, uno se salió de la fila y se echó a correr apenas toco la vereda. Un muchacho que Jin reconoció como Yong Bok, uno de los recién llegados, un joven de apenas diecinueve años, que ahora estaba tirado en el suelo con una bala en su cabeza, frente a todos.

—Quién quiere ser el próximo?... todos arriba, ahora! — Un hombre, con una mirada profunda, y un tono bajo que los logro estremecer guardo su pistola y los encaminó de nuevo. Como hormigas siguieron sus ordenes y finalmente se subió junto a ellos a la caja del furgón—Yo soy Suho, ustedes están bajo mi cargo ahora.... Su grupo se llamará Smeraldo, nos dirigiremos a la nueva casa, ahí serán separados y las mujeres serán llevadas a otra .... No se repetirá una escena como la del niño de hace un momento. Matarlo fue piedad de mi parte, considerando las torturas que se imparten. Si quieren un consejo, no hagan nada para merecer un castigo.

Después de eso no se escuchó palabra alguna dentro de la caja. Jimin y Jin seguían pegados y sumidos en el silencio. Uno por miedo a lo que le obligaran a hacer, porque él solo era un simple asistente que ayudaba con las cuentas. El otro por su familia, no los volvería a ver y estarían solos, sin ayuda.

Unas horas después, el furgón se detuvo, la nueva mercancía que se quedaría ahí fue bajada e ingresada a la gran casa que se alzaba frente a ellos. Tres chicos fueron acomodados en fila india y despojados de sus ropas, junto con un nuevo grupo que esperaba. El antes presentado Oh Sung se paró delante de ellos.

—Hoy dos nuevos grupos se unen a esta casa, el grupo Smeraldo y el grupo Ámbar. Espero que su estadía sea para ustedes placentera, y para mi fructífera—Se desajusto la corbata y llamo a unos cuantos hombres—Pero antes de ofrecer un producto, se tiene que verificar su calidad, no es así? —Las risas y miradas hacia los cuerpos casi desnudos frente a ellos no se hicieron esperar—Tómenlo como una bienvenida... o una especie de iniciación si lo prefieren.

Oh Sung ya tenia a alguien en la mira, un pelinegro de labios carnosos y piel a la vista suave y tersa, que sujetaba fuertemente la mano de un pelirrubio. Caminó con seguridad hacia el muchacho y lo tomó de la mano entrelazando sus dedos. Lo hizo pasar primero ala habitación, donde lo guió lentamente a la cama, lo acostó y con calma fue bajando la única prenda que impedía su desnudez, ignorando completamente el temblor del pelinegro, que solo se quedaba echado viendo hacia el techo.

Empezó a repartir pequeños besos a lo largo de todo su cuerpo, hipnotizado por la belleza del chico debajo suyo, subiendo hasta llegar a sus labios, el viejo esperaba una respuesta similar por parte de Jin, pero este solo se quedo quieto. Oh Sung trataba de estimularlo, pero sus acciones no provocaban mas que asco en el pelinegro que solo se resigno a ser tomado como todas las noches. Acción que enfureció al mayor y todo rastro de delicadeza fue dejado de lado, simplemente lo volteo, se bajó el cierre del pantalón y se hundió dentro de él. Lo que logro que Jin por fin emitiera un sonido, pero uno de dolor ante la brutalidad con que estaba siendo tomado. El pelinegro esta vez no simulo su dolor con gemidos, simplemente dejo salir todo con su llanto y sus quejidos, no había mas que pudiera hacer, el final siempre era el mismo después de todo.

Magic Shop - NamjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora