Capítulo 46: Crucial

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-¡TE VOY A MATAR! – Namjoon seguía con las manos atadas y arrodillado, pisó fuerte y una rodilla se despegó del piso, cuando sintió apuntar un arma en su nuca, buscando detener su paso.

En un movimiento rápido y ágil, guiado por la adrenalina y el coraje logró girase y con las manos juntas le dio al arma que antes le apuntaba. Lo que quería era quitársela de las manos, pero no midió su fuerza y termino empujándola por alguna parte. No había tiempo para renegar, solo tenia que seguir. Le dio un codazo en la cara y el guardia cayó al suelo.

Iba a ir por el siguiente, el guardia que restaba estaba parado, atónito por lo que pasaba frente a sus ojos. A pesar de tener un arma en su mano, se quedaba quieto como si esperara a que el imponente hombre, que respondía al nombre del líder del clan Kim, terminara su propósito que era matarlo.

Y así iba a suceder hasta que Namjoon sintió un calor puntual en su espalda a la altura de su hombro, que lo hizo detenerse lo suficiente para que sea arrojado al suelo de nuevo por una patada a su costado.

Los dos golpes fuertes en su cabeza que causaron aberturas y pequeñas líneas rojas corrieran por sus cotados y ahora el balazo, hacían efecto. Namjoon era un hombre fuerte y recio, si, pero una cosa es tener resistencia al dolor, y otra muy difícil es tener que actuar bajo dolor. En ambos casos Namjoon sobresalía, pero el cuerpo humano tiene límites.

-No lo pierdas de vista, necesito hacer una llamada – dijo Oh Sung.

El guardia que todavía seguía vivo, lo retuvo colocándolo boca abajo y poniendo un pie en su espalda mientras hacia presión. Aun en esa posición y con el dolor a flor de piel, Namjoon seguía forcejeando.

Y como había predicho el viejo Kim, el único espectador con una gran vista de la escena era Jin.Que había visto con horror e impotencia todo lo que había sucedido, gritaba, pero en medio de todo pareciera que su voz estaba silenciada, por qué el único que lo miraba era el moreno. Y en su mirada pudo ver lo que los otros presentes no.

Todos veían la ira que corría por todo el cuerpo de Namjoon, pero como si se conocieran de años, Jin logró distinguir el miedo y la culpa que sentía en ese momento.

Y en medio de eso, en su desesperación por querer ayudar y evitar que algo terrible y sin remedio sucediera, sus muñecas estaban ya teñidas de rojo. Por el forcejeo con la soga, su piel se iba desgarrando poco a poco.

-Oh Sung, ya estoy fuera ¡están llegando por el frente! - dijo la señora Seri exaltada a través de la línea.

- ¡Solo hazlo y lárgate, ya tomaste todo lo que querías!

-Jodete, aunque hagas esto siempre serás el segundo – Seri dio justo donde quería, los insultos convencionales no servían con el viejo Kim, pero su orgullo era algo con lo que no se deberían meter.

La mujer lanzo el encendedor, y vio como delante de ella se alzaron llamas que empezaban a consumir la estructura de la gran casa, el hilo del fuego parecía que no podía ser detenido, y con razón porque no actuaba solo.

La orden que había dado Oh Sung y el porqué la mayoría de sus guardias estaban inquietos, o al menos los que sabían, fue regar gasolina por los alrededores y por zonas dentro del prostíbulo, en los diferentes pisos. Los guardias accedieron, porque Oh Sung les dio su palabra de que esperaría a que ellos salgan antes de intentar hacer algo, porque cuando llegue el momento quería estar solo con sus hermosas flores en esta gran casa.

Y los hombres, ingenuos como nunca, le creyeron y siguieron sus ordenes como perritos falderos de su amo. Un amo en quien nadie debería confiar.

Al mismo tiempo que Oh Sung terminaba la llamada, y tiraba con rabia el celular que se hizo trisas conta la pared, se acercaba a la puerta de su despacho. De su bolsillo sacó un encendedor y lo arrojo por el pasillo, que al instante se prendió en llamas. Se alejó de la puerta y apreció la combinación de colores cálidos.

Magic Shop - NamjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora