Capítulo uno.

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Mi vida siempre había sido muy tranquila, hasta que la presencia de Natasha irrumpió toda mi paz en mi casa junto a papá y aunque en sus ojos puedo ver el amor que le tiene a esa mujer y a mi hermana menor que es producto de su matrimonio, trato de llevar las cosas en paz.

–Lía.–La voz de mi padre hace que levante la vista de mi laptop para mirarlo.

Él pone un plato de cereal la lado de mi laptop y le sonrío agradecida, mi padre pone unos huevos en el sartén y lo miro por unos segundos. De él heredé mi altura y el pelo castaño, sus ojos son de negros como la noche, su cuerpo es delgado pero con un poco de músculo que sacó por llevar bolsas de cemento y alzar otras cosas pesadas en su trabajo de obrero. Empiezo a comer y la voz de mi hermana y Natasha se hacen presente.

–Hola.–Madison toca mi pierna y la alzo para sentarla a mi lado. Beso su regordeta mejilla y ella ríe.

–¿Dormiste bien, linda?–Ella sacude su cabello rubio que está recogido en dos coletas.

–Tengo hambre.–Mad hace un puchero y mi padre en ese momento deja un plato de comida al frente de ella.

Natasha después de saludar a mi padre con un beso se sienta al otro lado de la mesa quedando frente a mi, la miro por un segundo y ella tuerce los ojos, me saco mi dedo medio cuando no me ve y sigo comiendo.

–¡Esto sabe horrible!–Levanto la vista de mi desayuno y miro a Natasha, ella bota el cubierto lejos y mi padre la mira también–¿Nunca puedes hacer nada bien, George?

–Lo siento, querida. Puedo preparar otra cosa.

Natasha lo mira de la mala manera y coge su celular.

–Esta vez hazlo bien.

Mi padre se levanta de la silla y golpeo un poco la mesa.

–No padre, si a Natasha no le gusta tu comida pues que ella misma se cocine.

–Hija, yo puedo hacerlo.

–¡No!–Me levanto de la mesa y cojo mi plato para lavarlo.–Dejala, ella no hace nada en esta casa, no se le caerá una teta operada por hacer su desayuno.

–Niña malcriada, muestra un poco de respeto por tus mayores.–Ella me mira y me señala con su larga uña falsa.

–Tú no mereces nada de mi, solo quieres a mi padre para sacarle dinero, pagar tus operaciones y ponerte en tu ya horrible cara botox.

–¡Lía Davies, basta ya!–Mi padre se pone en medio de la dos y ahí es donde me doy cuenta que estábamos muy cerca.

La mano me empieza a picar y unas ganas de golpear su cara me invaden, mi padre está tan cegado que siempre se pone de su lado.

–Pero...

–Nada, ve a terminar de alistarte para que te vayas al colegio.

–Sí niña malcriada, vete.

Le doy una última mirada a mi padre y me rindo, pasó su lado y el de Natasha golpeando su hombro, paro en el puesto de Mad y me la llevo conmigo alzandola. Cuando entramos a mi cuarto y la dejo en mi cama, ella me mira atenta y le guiño un ojo.

–¿Te gustaría decirme que blusa me llevo?

–Sip.–Mad mueve su cabeza y abrí mi clóset.

Saqué algunas blusas y se las empecé a modelas, ella reía cuando negaba y yo hacía lo mismo, a pesar de que Natasha es insoportable, Madison es una niña muy tierna. Cuando ella señala contenta un crop top manga larga color azul, me cambió la camisa de pijama por esa prenda, el jean ya lo tenía puesto así que me calzo unos tenis y entro al baño para cepillar mis dientes y maquillarme un poco, cuando termino me miro al espejo y sonrío, mi cuerpo siempre me a gustado, al igual que mi pelo y ojos ya que saber por las palabras de mi padre y mirar las fotos de él junto a mi madre sé que me parezco mucho a ella. Algunas veces me pongo a pensar como sería mi presente si mi madre no hubiera muerto al tenerme, que el parto hubiera salido bien y ella estaría aquí con nosotros, así la hubiera conocido. Salgo del baño y Mad aplaude, la miro encantada y una risa se me escapa cuando la veo con una de mis camisas puestas.

SálvameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora