Capítulo seis.

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El fin de semana llegó y junto a Alex iríamos al cumpleaños de Nathaniel. Su fiesta sería en su casa, sus padres accedieron a dejarlo hacer la fiesta siempre y cuando al día siguiente la casa este ordenada para cuando ellos lleguen.

Con mi mejor amigo quedamos en vernos dentro una hora para comprar su regalo y después ir a ayudarle con lo que necesite para esta noche. Nath y Alex habían estado saliendo con frecuencia al igual que para ir al gym y yo no había ido ya que con solo imaginarme hacer unas sentadillas la idea se me hacía terrible. Cuando salgo del baño me pongo un jean, camisa y tenis, en un bolso meto un vestido para está noche y unos tacones, dejo todo en mi habitación ordenando y salgo. En la sala me encuentro con mi padre, Natasha y Madison viendo una película de acción.

–Ya me voy.

Los dos adultos giran su cabeza para mirarme, Natasha me mira de pies a cabeza y vuelvo a mirar la televisión, mi padre asiente y me lanza un beso.

–Me llamas cualquier cosa, diviértete.

–Te veo mañana.–Me acerco a Mad que no me a mirado y beso su cabeza–Chao, linda.

Mad me acerca un pedazo de chocolate y se lo acepto.

–Chao, Lía.

–Pórtate bien, te quiero.

Con ella junto mi meñique y hacemos lo de siempre. Después salgo de mi casa y me dirijo a la parada de bus y cuando llega me subo, conecto mis audífonos al celular y miro por la ventana.

Cuando llegué al centro comercial caminé una cuadra más arriba donde habían varias tiendas de ropa entre otras, aquí quedé de verme con Alex, los minutos pasan y mi amigo no da señales de vida así que decidí llamarlo. Cuando me contesta lo interrumpo y le pregunto dónde está.

–Ya voy llegando, mi padre me atrasó.

–Date prisa.

–Sí, en dos minutos estoy ahí. Ve mientras a la tienda, te veo ahí.

–Esta bien.

Alex cuelga y me levanto de la banca, subo hasta el segundo piso y entro a la tienda de sex-shop. Habíamos acordado que sería buena idea regalarle algo de esta tienda a Nath para que pueda disfrutar. Cuando entré a la tienda un olor a canela inundó mis fosas nasales, el local era grande, habían miles de juguetes, cremas, disfraces, ropa de encaje, látigos y muchas cosas más.

–Buen día. ¿En qué podemos ayudarte?

La voz de la chica que está detrás de una vitrina llama mi atención.

–Hola. Estoy esperando a otra persona, mientras miraré.

La chica asiente y atiende a alguien que acaba de entrar, la campanilla de la puerta vuelve a sonar cuando la puerta se cierra. Paseo mi vista por una vitrina grande donde hay consoladores de diferentes formas y tamaños, sigo caminando donde hay unas esposas, algunas tienen peluche, otras como las que usan los policías y otras son negras con una cadena.

–No sabía que te gusta que te esposen a la cama, de haberlo sabido te hubiera pedido una cita el primer día que te vi.

Una voz conocida hace que me gire y cuando mis ojos chocan con el rubio de ojos azules me quedo congelada, no esperaba encontrarmelo en este lugar.

–No, no me gusta que me esposen.

–¿Y entonces por qué estás aquí?

–Estoy esperando a alguien. ¿Y tú, Trevor?

–Que bueno que recuerdas mi nombre y estoy aquí acompañando a mi mejor amigo.

Andrew señala hacia atrás, doy un paso al lado y veo un chico alto de pelo rojo que nos da la espalda. El chico esta mirando un traje de cuero muy pero muy corto.

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