Capítulo veintisiete.

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-No tienes que entrar si no quieres, Lía.

Alex me miraba atento mientras yo movía mis manos entre sí. En estos momentos nos encontramos en la estación de policías, donde Roger quién fue el causante del accidente que le arrebató la vida a mi padre, estaba apunto de ir a juicio.

-Yo quiero, pero siento que si voy no voy a poder. No sé si sea tan fuerte como antes.

Un nudo se instaló en mi garganta cortandome las palabras. Quería afrontar a ese maldito pero siento como todo mi cuerpo tiembla.

-Podemos esperar al día del juicio, no tiene que ser hoy y aún no tienes abogado.

-Claro que lo tiene-Aedus llegó a mi lado y me miró-Lía, Alex. Les presento a mi padre.

Un hombre alto, de pelo oscuro y bien peinado, traje negro y un maletín en su mano izquierda cruzó por la puerta caminando hacia nosotros.

-Buenas tardes-saludó mirándome-Soy Adam Williams, yo me encargaré de representarte en el juicio.

Mis manos empezaron a temblar más y cuando tomé su mano en forma de saludo, él lo notó.

-Un gusto, Lía Davies. Le agradezco mucho que haya venido, prometo pagarle apenas pueda.

El padre de Aedus negó.

-Mi hijo y yo hemos llegado a un acuerdo, por ahora solo importa encerrar a ese mal nacido.

Su comentario me hizo sonreír. Respiré hondo y me permití dejar todo lo legal en manos de él. Miré a Aedus regalándole una sonrisa y él me devolvió el saludo con un guiño.

-Gracias de nuevo.

-Yo me encargaré de todo, si no quieres pasar hablaré con el encargado para que te dejen mirar si gustas.

Asentí. Adam caminó hasta uno de los policías, hablaron algo y después caminaron hasta perderse de mi vista. Alex tomó mi brazo y besó mi cabeza.

-Todo irá bien-sus ojos soltaron un brillo de esperanza y sabía que yo también debía tener esperanza.

-Lía, ¿Puedo hablar contigo?-Aedus me miró serio.

-Claro.

Ambos salimos de la jefatura, dimos unos pasos más hasta que él se detuvo. Sus ojos dudaron un segundo hasta que habló.

-Yo le comenté todo a mi padre, espero no te moleste-su mano derecha rascó su nuca.

-Esta bien, sé que es necesario para el caso. Si quiero que también pague por lo que me hizo, tu padre debe saber todo.

-Lo sé. Pero luego pensé que, quizás te molestarías porque yo le conté y no tú qué pasaste por todo.

-Todo está bien, Aedus. No me molesta que tú hayas contado todo, creo que a mí me habría tomado horas.

Yo tenía razón, recordar no era algo que quería, ya tenía suficiente con las pesadillas y apariciones de Azael y Natasha en mi diario vivir.

-Igual quería disculparme-me dijo sincero.

-Todo está bien. Por cierto, no he podido hablar con Abigahil desde ayer y anoche no volvió... Menos tú.

Aedus dejó de mirarme por unos segundos.

-Tenía cosas que hacer y sobre tu amiga, al parecer encontró trabajo y dió con una prima de ella. Alex te dirá todo bien.

Un policía vino por nosotros y nos llevó hasta la sala de interrogación, allí nos encontramos con Alex, quién no despega la vista del vidrio.

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