-¿Qué tal si mejor te golpeo yo si no la sueltas?
Una voz ronca hizo que el tipo se detuviera. Intenté ver de quién provenía la voz pero su cuerpo no me dejaba ver a la otra persona.
-Mejor lárgate si no quieres problemas.-El hombre aferró su agarre en mi muñeca causandome dolor. Él me volvió a mirar y en menos de nada me hizo entrar a su auto, un olor a guardado y viejo llegó a mis fosas nasales haciendo que mi estómago se revuelva.
Forcé la manija para abrir la puerta pero está no cedía, tampoco traía el palito del seguro, volví a intentar ver a la otra persona y está lo logré, una gran sorpresa me llevé al ver Aedus ahí de pie con sus manos en el cuello del hombre. Este le dijo algo al hombre pero él negó y tiró las llaves hacia el matorral de la izquierda, la acción le molestó a Aedus haciendo que su puño pare en la cara de tipo, pero este se recuperó rápido y le devolvió el golpe. Puños iban y venían, Aedus tenía la cara casi intacta y sin señales de querer dejar todo a un lado le da otro puño en la cara al hombre haciendo que este caiga al piso, él viene directamente a mi e intenta abrir la puerta y sin lograrlo estampa su puño en el vidrio haciendo que este se haga añicos. Con su mano llena de sangre me ayuda a salir del auto pasando por la ventana y en el acto logro cortarme un poco al resbalarse mi pie.
Cuando logré tocar el piso Aedus tiró de mi haciendo que casi corra hasta llegar a una motocicleta que está estacionada justo en la entrada del parqueadero, sus ojos se encontraron con los míos para luego mirarme de pies a cabeza. El pelinegro tomó el casco y me lo puso asegurando que no se me cayera, luego se montó en la moto y desde ahí volvió a tomar mi mano e hizo que subiera atrás de él, la moto rugió y Aedus arrancó alejándonos del lugar, él iba tan rápido que temía caerme así que pasé mis manos por su cintura para no caer, lo sentí tensarse bajo mi toque pero no dijo nada. Cuando la moto paró afloje un poco el agarre de su cintura, miré a mi alrededor encontrándome con una casa de tres plantas color crema.
-Ya te puedes soltar, niña.
Su voz hizo que volviera a la realidad, bajé con cuidado de la moto ya que la pierna derecha dolía por el corte, me quité el casco y se lo di cuando él estuvo de pie a mi lado.
-¿Dónde estamos?-Pregunté al volver a mirar la enorme casa. Iba dar un paso hacia atrás cuando un dolor punzante hizo que levantara la pierna.
-¿Estás bien?-Aedus se agacha y toma mi pierna con la mano que no tiene lastimada-Se te a incrustado un vidrio.
-¿Qué? Ay no, eso dolerá.
-No dolerá, niña. Vamos, entremos.
Aedus me tomó por la cintura y caminamos hasta su casa. Ya dentro de esta fuimos hasta el baño, me senté en la tapa del inodoro dejando mi pierna estirada. El castaño me miró por un segundo, luego salió del baño y a los segundos volvió con un botiquín. Lo abrió, sacó un spray y sin darme tiempo aplicó su líquido en la herida haciendo que suelte un grito.
-¿Por qué no avisas primero?
-¿Prefieres ir al hospital y que llamen a tu padre, niña?-Niego-Eso pensé.
No quería que mi padre se enterara, si fuera así no dejaría que volviera a salir sin compañía y no quería eso. Cuando Aedus retiró el pequeño vidrio con unas pinzas puso una venda en mi pierna.
-Gracias.-Sus ojos cafés vuelven a chocar con los míos. Él me mira pero no dice nada y cuando se levanta lo tomo de su mano sana, él frunce el ceño confundido-Tu... Tu mano, debes curarla.-Digo al tiempo que suelto su mano.
Carraspeo un poco al sentir mi garganta raspar. Aedus mira su mano con sangre seca, se acerca al lavamanos y se quita lo sucio, me levanto dispuesta a aplicarle eso que me echó a mi. Agarro una toalla, seco su mano y después le aplico el líquido del spray, este ni se inmuta ni hace gestos de dolor.
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Sálvame
Teen FictionEl futuro que le espera a Lía no será nada fácil, ella intentará proteger a su hermana y no dejará que la renten a aquel lugar al que su madrastra la obligará a ir tomando el puesto de su hermanita. Lía buscará la forma de escapar llevando con ella...