Capítulo dieciséis.

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-El idiota de Osvaldo se metió con la gente que no debía y esos papeles los dejó a mi nombre-las zapatillas de Natasha se hacían sonar cada vez que caminaba por el cuarto de Úrsula.

-Idiota, eso es lo que es-La pelirroja se quedó callada un momento-¿Y si vuelves?

-No, pero quizás pueda encontrar a alguien que trabaje para mí.

-¿A quién?-el cuarto vuelve en quedar en silencio hasta que Úrsula ríe-Dime que no estoy loca.

-Esa niña solo me da molestias, además los ricos dan un buen dinero por las niñas vírgenes-Mi boca se abre al oírla-Madison solo tiene cuatro, podría sacar provecho de esto.

-Y yo tengo el cliente perfecto.

Entro azotando la puerta, no podía permitir que hicieran tal cosa.

-No te llevarás a Madison a ese lugar.

-Es mi hija, puedo hacer lo que quiera con ella.-La rubia da un paso a mi y yo doy otro enfrentándola. 

-Llamaré a la policía.

-No lo harás.

-Si que puedo, lo que quieres hacer es un delito.

Úrsula se mete en medio de las dos mirándome.

-Llámala, nosotras le diremos que mientes. ¿O ya te olvidaste de tú crisis de hace días?

La pelirroja me mira triunfal al ver que me quedo callada unos segundos. Hace unos días estaba durmiendo cuando me desperté de pronto al tener una pesadilla donde vi a mi padre morir frente a mi, el aire me empezó a faltarme haciendo que gritara muy fuerte.

-Podemos mentir más diciendo que a ocurrido más veces haciendo que tu mente invente cosas, tengo un amigo que me puede dar un testimonio donde diga eso.-Natasha sale del cuarto y yo la sigo.

Cuando la alcanzo la tomo por el brazo con fuerza para que se detenga.

-No le puedes hacer eso, es solo una niña.

-Una niña por la cual me pueden dar mucho dinero.

Madison en ese momento sale de su cuarto con un oso de peluche en sus brazos, la mini rubia nos mira ambas y sonríe cuando ve a su mamá.

-Mami, ¿podemos ir al parque?

Del rostro de Natasha se asoma una sonrisa que con eso sé lo que quiere hacer.

-Claro.-Dice ella.

-¡No!-doy una paso tapando su camino hasta la pequeña-No te la llevarás.

Natasha se queda callada, me mira de pies a cabeza para después poner su manos encima de mis hombros.

-Claro, ¿por qué no lo pensé antes?-susurró- Escúchame bien, Lía. Te tengo un trato, tienes que tomarlo si quieres que Madison se quede aquí.

-Habla.-Le digo cansada de que no vaya al punto.

-Tomarás el puesto de ella con unos clientes que tengo.

Negué.

-Yo puedo trabajar, pero no en ese lugar.

-O trabajas ahí o te vas y me dejas hacer lo que quiera con mi hija.

-No, Natasha-volví a negar- Trabajaré para darte todo lo que gano a ti, pero no en un maldito burdel.

-Lía, así trabajaras en un maldito restaurante como mesera no te daría toda la vida para pagar todo lo que debo.

Me quedé callada dejando que la rabia se apodere de mi y cuando volví a negar Natasha me empujó y se llevó de la mano a Madison. Cuando las vi salir por la puerta golpee la pared con mis puños, sabía que tenía que hacer algo, pero no podía dejar que me lleven a mi o Madison a ese lugar al que un día fui con Alex. Corrí hasta la puerta para llamarla pero ya no las veía, cerré la puerta y corrí hasta llegar al burdel, el guardia me dejó entrar sin pedirme identificación ni nada. Cuando estuve adentro crucé el pasillo por donde las vi la primera vez que vine.

SálvameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora