Capítulo diez.

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Habían pasado días desde que seguimos a Natasha. Con Alex había pospuesto varias veces el volver a seguir a Natasha ya que el colegio nos tenía ocupados. En estos últimas semanas unos obreros vinieron a remodelar el cuarto de mi padre y ella, siempre supe que cada vez que actuaba de forma amable es porque algo quería, de alguna forma hicieron el cuarto más grande de lo que era, su armario había sido reemplazado por uno nuevo con ropa y zapatos nuevos, al igual que el armario de la pequeña Madison.

Mi padre cada día se veía más cansado de lo normal y temía que pueda enfermar por eso, su rostro y ojos cafés se ven cansados, ahora se despierta más temprano. Que mi padre complazca siempre los caprichos de Natasha me estaban cansado, no porque la mayoría fuera para ella o para mi hermana, es porque mi padre se parte la espalda en su trabajo donde se gana lo justo para poder vivir y no debería pasarse del presupuesto.

–Hoy si iremos, está decidido.–Alex me mira mientras mastica una papa–Hoy estudiaremos más el lugar, subiremos esas escaleras.

–Tienes suerte de que mañana es fin de semana.–Le digo.

–Ajá, por eso mismo.–Alex sonríe.

–Esta bien, pero cuando diga basta es porque lo dejaremos.

Sabía porque decía esto y es que Alex cuando quiere averiguar algo no descansa hasta obtener respuestas sin importar que le duelan los pies.

–Esta bien, quejona. ¿Dónde dejaremos a Madison?–Alex mira la mini rubia.

–Con su madre obvio. Ella está en su nuevo cuarto.

Cuando terminamos de comer nuestra merienda, llevé a Madison al cuarto de su madre. Le dije a Natasha que saldría y que ella se encargara de la casa.

***

–Llegamos.–El señor del taxi extiende su mano para que le paguemos, miro a Alex para que él pague y lo hace de mala manera.

Ambos bajamos del taxi, él se me queda mirando cruzado de brazos serio.

–Yo pago el otro.

Alex asiente y entramos al lugar. El primer día que vinimos no estaba tan lleno al ser muy temprano, pero está vez sí hay más gente.

–Es mejor si nos separamos. Tú ve arriba, yo iré atrás.

Asiento y empiezo a subir las escaleras. Con Alex habíamos acordado vestir más adecuados para pasar desapercibidos, él llevaba puesto unos jeans negros junto con un polo azul oscuro. Yo llevo puesto una falda, una blusa de tiras holgada dentro de esta y unos tacones. Cuando llegué al final de las escaleras miré a ambos lados pensando por donde iniciar, se veían varias puertas y pasillos, al final de uno hay otras escaleras, al parecer este lugar en mas grande de lo que pensé. Decido empezar por la derecha, pegó mi oreja en las puertas y no escucho nada, entro en la tercera puerta y así sigo con las demás, solo son cuartos con camas grandes y tubos.

Me dirijo hasta las otras escaleras y subo, está vez empiezo por la izquierda, pego la oreja y cuando escucho algo parecido a un gemido y un grito me quito rápidamente. Sigo con la otra puerta y en esta no escucho nada, abro lentamente y entro, al ver lo que hay adentro me deja sorprendida. Hay una cama grande de sábanas rojas, también consoladores, látigos y demás cosas. Entro cerrando la puerta a mis espaldas, miro todo lo que hay y al compararlas con las de abajo, al parecer aquí vienen los que les gusta todo lo que hay aquí. Abro otra puerta dentro del cuarto y me encuentro con el baño, todo está ordenado, me doy la vuelta dispuesta a salir y cuando veo un hombre alto en la entrada del cuarto me quedo congelada.

–¿Qué haces aquí?–El hombre al verme da unos pasos a mi. Lleva puesto una camisa de rayas, pantalones oscuros y zapatos.

–Yo...–Las palabras simplemente no me salían.

SálvameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora