Capítulo quince.

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Tres días después decidí volver al cementerio. Así que aquí estoy, con el alma echa pedazos, mis manos temblorosas mientras pongo un ramo de flores blancas en la lápida de mi padre y mis ojos derramando lágrimas.

–Hola, papi–Respiro pronfundo tratando de controlar mi respiración–Lamento haberme ido el otro día, sentí que no podía con este peso. Aún no puedo asimilar que ya no estás conmigo, me haces falta.

La voz se me quiebra haciendo que tome un silencio de varios minutos, con una de mis manos agarro el cuello de mi sudadera con fuerza al sentir el dolor en el pecho. Me permito llorar en silencio, hasta que logro respirar con tranquilidad y vuelvo hablar.

–Madi aún cree que pronto entrarás por la puerta de nuestra casa, le he explicado que estás en un largo sueño pero sabes que aveces es algo terca–Una risa carente de gracia sale de mi boca–Las dos estamos bien, poco a poco superaremos esto, aunque Natasha lo superó muy rápido.

Dos horas después de estar sentada mirando la lápida de mi padre decidí levantarme e irme despidiendome antes de caminar. Cuando llegué a casa entré a la cocina por agua, Mad y Natasha estaban almorzando calladas.

–Lía, no sabía si venías. No te compré nada, espero tengas dinero para que compres algo.

La miré un segundo y asentí, pasé de largo para servirme agua y cuando estaba por acabar el teléfono sonó.

–¿Alo?

–Buenas tardes, habla con Josh.

–¿En qué puedo ayudarte, Josh?

–¿Esta es la casa del señor George Davies?–Después de confírmalo el hombre me dice unas cuantas cosas más–Y sí  no cancelan lo debido de estos último tres meses y medio, la casa será propiedad del banco.

Cuelgo sin saber que pensar o hacer ante las palabras del señor. Mis ojos se posan en la espalda de Natasha, doy dos pasos adelante y la llamo.

–Era del banco, dicen que se debe un dinero de una hipoteca.

–¿De qué hablas niña? Seguro se equivocaron, tu padre no hipotecó está casa. Me lo hubiera contado.

–Pues al parecer no lo hizo, si quieres llama.

Natasha me arrebata el teléfono de las manos cuando lo levanto hacia ella y después de que ella llama y habla con Josh cuelga con fastidio.

–Tú padre es un inútil, ¿Cómo se atreve a dejarnos con deudas?

Estaba por responderle cuando el teléfono sonó de nuevo. Natasha se levantó de la silla y salió echa furia de la cocina.

–¿Diga?

–¿Lía?–Afirmo tras decir un sí–Soy el ex jefe de tu padre, lamento lo que pasó, no tuve oportunidad de hablar contigo el día del funeral.

–Sí, yo no me sentía bien.–Le dije.

–Entiendo. Esta llamada es porque necesito verte, quiero entregarte unas cosas de tu padre y hablarte de algo más.

Después de que Víctor, el ex jefe de mi padre me diera la dirección colgué. Madison aún comía de sus papas con salsa de tomate y cuando terminó, lavé todo lo sucio y a ella la llevé en mis brazos hasta su recámara.

–¿Mamá de nuevo se enojó?–Asentí–¿Por qué?

–Eres muy pequeña para entender.

***
Al día siguiente desperté temprano, por alguna razón no tenía sueño y después de dar vueltas en la cama decidí buscar comida. La casa estaba en total silencio hasta que escuché unas risas femeninas, me paré un paso antes de entrar en la cocina al oír mi nombre.

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