Capítulo treinta y cuatro.

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-¿Estás bien?

Abigahil me pasa un vaso con agua y tomo un sorbo.

-Sí. ¿Dónde están los demás?

-Abajo, están preocupados por ti.

-¿Por qué?

-Creen que podrías retroceder-niego.

-Yo voy a seguir con mi vida, lo que pasó en el bar no me va afectar.

Abi me da una mirada de compresión.

-¿Estás segura?

-¡Sí! No soy de cristal, no me voy a romper solo por pasar un mal momento.

-Yo lo sé, solo no queremos que te vuelvas a encerrar.

Suspiro cansada tanto físicamente como mentalmente. Ya dije que no me romperé, pero aún así veo duda en los ojos de mi amiga. Me bajo de la cama y voy hasta donde estan ellos, estando ahí me ubico frente a ellos encarandolos.

-Estoy bien-dije callandolos-Sé que lo que pasé no fue nada fácil, pero estoy bien.

-¿Segura?

Alex da un paso a mi y yo doy otro atrás.

-No quiero más lástima en sus miradas, estoy harta de que me miren como si en algún momento fuera a caer en mil pedazos.

-Solo queremos que estés bien.

Aedus me mira desde el otro lado de la sala.

-¡Estoy bien! Lo que pasó hace un rato solo fue un momento de mala suerte, habían muchos borrachos, si no era yo iba ser otra chica.

-Solo queremos protegerte.

El pelinegro de ojos grises camina hasta a mí.

-¡Lo sé! Y agradezco que se preocupen por mi. Pero no por eso me van a tratar como una niña de cinco años.

Abigahil baja poniéndose a mi lado, toca mi hombro y me mira con serenidad.

-Deberías descansar.

Doy un paso a un lado y su mano cae.

-¡De esto hablo!-con manos tapo mi cara un segundo respirando hondo-¡Estoy bien, carajo!

Y sin decir más y sin dejar que ellos me digan algo, subo las escaleras, voy a la habitación y me cambio por unos pantalones mas cómodos y salgo de la casa. Aún está oscuro pero no sé que horas es, quizás ya es de madrugada pero la gente sigue en las calles sin importar el frío o que quizás pronto amanecerá. Doy la vuelta a la manzana hasta que me detengo en un andén y ahí tomo asiento. Respiró hondo varias veces y suelto el aire por la boca. No sé cuánto tiempo pasa, pero al ver Aedus sentarse a mi lado cierro los ojos.

-Sé que estás bien-me hace saber en voz baja-Pero no me pidas que no me preocupe por ti.

No respondo. Solo quiero quedarme en silencio disfrutando de su compañía. El viento corre de allí allá haciendo que mi cuerpo tiemble y es cuando recuerdo que no traigo nada que me abrigue, hasta que Aedus tapa mi delgado cuerpo con uno de sus grandes abrigos. Lo miro para decirle que no lo necesito pero veo que él tiene su propio abrigo.

-Solo quiero que todos traten olvidar lo que pasó, yo lo hago.

Sus ojos detallan mi rostro sin perderse ningún detalle.

-Lo hago, es solo que cuando Abi llegó a contarnos lo que pasaba vi todo negro-su mano toma la mía y la acerca a sus labios fríos-Solo me detuve al verte en el piso en brazos de Abigahil.

SálvameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora